14. Fenómenos y Pas de Deux

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Carissa se abrazó al tronco del árbol como si su vida dependiese de ello. Su mente era un lío que nadie podía comprender, ni siquiera ella misma. De lo único que estaba segura era que si se caía, probablemente tendría una muerte segura. Odiaba las alturas, les tenía pánico desde que podía recordar y verse allí, en esa posición solo le daba ganas de estallar en llanto.

A su lado, Fred II lucía completamente normal. La altura no era un problema para él porque pasaba demasiado tiempo jugando Quidditch como para espantarse por ello. Además, se podía notar un deje de exasperación ante la reacción de Carissa porque la encontraba completamente innecesaria. Para su pensar, ni siquiera estaban a tanta altura como para tener ese ataque,

— Por Godric, Martin solo estamos a unos diez metros del suelo —dijo rodando los ojos sin saber que eso aumentó las ganas de llorar que Carissa tenía en ese momento, pero no dejó que el llanto la abarcara, sino que de sus labios salió una ligera y nerviosa risita llena de histeria.

— Tú simplemente no lo entiendes —masculló.

— ¿Qué no entiendo? —preguntó con un deje de sorna en sus palabras.

Carissa cerró sus ojos y apoyó su frente en el árbol, tratando de controlar su agitada respiración. Tenía que calmarse, tenía que encontrar su valentía Gryffindor que se encontraba en algún lugar en su interior. Solo necesitaba encontrar una chispa de osadía para calmarse y poder manejar la situación. Ella no era así, pero se sentía de nuevo como cuando tenía ocho años.

— ¡Todo, Weasley! —exclamó.

De alguna forma, Carissa pudo lograr que su voz saliera lo suficientemente fuerte y firme como para lucir más segura, aunque en su interior estuviera llena de pánico. No podía mirar hacia abajo sin que una enorme sensación de vértigo la inundara.

Fred resopló.

— Esa no es una respuesta concreta —farfulló, apoyándose en una de las ramas para poder sentarse. Total, la magia que Pandora y James habían puesto no dejaba que cayeran aun cuando estuvieran de pie en el aire.

— Si pusieras atención a las cosas podrías ver más allá de tu nariz —manifestó.

Fred pasó una mano por su cabello, revolcándolo para descargar su frustración del momento. Quería matar a James, lo haría cuando pudiera bajar de ese lugar si era que Carissa lograba tranquilizarse y pensar de una forma racional.

— Veo lo suficiente como para notar que tienes un pánico irracional a las alturas y que por eso tal vez nunca bajaremos de aquí.

Ella suspiró.

— No es miedo a las alturas —murmuró—. Es el miedo a caerme.

Lo escuchó bufar.

— No sé si lo has notado, pero la magia aquí no nos deja caernos —avisó con un toque de obviedad.

La chica mordió su labio inferior y sin abrir los ojos, se giró para poder sentarse lentamente, comprobando lo que Fred decía. No iba a caerse, pero seguía sintiendo como si lo haría. Sentía que ni siquiera podía respirar con normalidad y con cada segundo que pasaba sentía como si su pánico aumentara.

— Todavía sigues sin comprenderlo —susurró Carissa en un hilo de voz.

— ¡Entonces explícame! —Vociferó—. Explícame porque no entiendo tu histeria irracional.

Carissa negó y ocultó su rostro entre su mano, reteniendo un ligero sollozo que amenazaba con escapar de sus labios en el momento en el que se descuidara.

— No —musitó.

— ¿Por qué no? —inquirió Fred arqueando una ceja.

— ¡Porque nunca le he contado a nadie! —exclamó perdiendo su cordura por un segundo. Las palabras habían salido de su boca sin poder detenerlas y se estaba arrepintiendo rotundamente de haberlo hecho por la expresión en el rostro de Fred. Era confundida y hasta un poco preocupada.

Más que una ParkinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora