33. Una mezcla de universos

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James se apresuró con el frasco que Nila le pidió y pudo recuperar el aliento una vez llegó al lugar indicado.  Sentía que casi no podía respirar de todo lo que había corrido hasta las mazmorras de Slytherin, en el aula de pociones, para luego volver a la Torre de Astronomía donde se encontraban Nila y Molly esperando por él. Le entregó el frasco y pudo ver por fin el círculo hecho con una especie de polvo negro y velas puestas en los cuatro puntos cardinales.

— Hasta que por fin llegas, muchacho —dijo Nila, agarrando el frasco con la poción indicada. Lo observó durante un segundo y luego lo lanzó sobre las velas, apagando la llama de estas y comenzó a murmurar una encantación. 

— Abuela —llamó James a Molly—, creo que ahora sí se volvió loca.

James casi se preparó para recibir el golpe de Nila, pero esta no pareció escucharlo. De hecho, estaba demasiado concentrada en recitar la encantación. Tanto así que cada vez decía las palabras en un tono más alto. Las llamas de las velas volvieron a encenderse y James se sobresaltó cuando una ventisca los azotó de repente.

Nila estaba de pie en frente del círculo diciendo la encantación con fuerza. Entre más fuerte la decía, más corrientes de viento llegaban a la torre, rodeándolos por completo. James se aferró al brazo de su abuela para poder mantener el balance. Pudo ver el viento hacer un remolino dentro del círculo y cobró tanta fuerza que parecía un pequeño tornado, el cual absorbió las llamas.

— No está loca, está haciendo un hechizo —le explicó Molly.

James la miró como si también se hubiese vuelto loca.

— Nunca he escuchado de un hechizo así —argumentó.

— Eso es porque es un hechizo muy, muy antiguo y no todos tienen el don que tiene Nila.

El muchacho intentó comprender.

— ¿Qué don?

— El de la vista del más allá.

James tragó en seco.

Todavía no comprendía, pero prefirió guardarse sus preguntas y hacer silencio. Eran temas que no había conocido. Nunca los habían discutido en clase ni mucho menos. Pero a fin de cuentas era Hogwarts. Cuando ocurrían desastres casi nunca rendían sus exámenes finales.

Nila repitió por última vez la encantación y el tornado continuó con más rapidez hasta detenerse por completo. Fue ahí cuando una fémina de unos veinticuatro años cayó de bruces en el suelo y se rompió el pantalón en las rodillas.

— Maldita puta vida —masculló.

El hombre a su lado la ayudó a ponerse de pie y ella pudo apreciar el raspón que se hizo en la rodilla izquierda, justo donde el pantalón se le había rasgado.

— ¿Buena forma de llegar a otro universo, amore? —cuestionó él.

— Tú cállate, Bambi.

James se quedó boquiabierto al ver a su versión de otro universo de pie frente a él. Se veía más de cinco años mayor que él. Teniendo en cuenta que Nila había mencionado algo respecto al 2028, asumió que él tendría veinticuatro años. ¿Así se vería él a los veinticuatro?

— Amore —susurró el James de veinticuatro años al ver a Molly Weasley. Sus ojos se cristalizaron un poco y tuvo que apartar la vista, inhalando con fuerza por la nariz—. Lo siento, supongo que soy James Sirius del universo-no-sé-cuál según Nila.

— Soy Agatha Malfoy —se presentó la fémina, terminando de remendar su pantalón con un simple hechizo. Sus ojos grises brillaban de emoción y luego comprensión al ver a Molly—. Dios...esto es extraño. ¿Molly realmente eres tú?

Más que una ParkinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora