19. Este no es el baño, sino tu parada

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Pansy observó a su hija mirarse más de lo usual en el espejo y no pudo evitar sonreír. Su hija ya no era la misma pequeña que había entrado a Hogwarts hacía años atrás, sino que había crecido. Pandora se convirtió en una joven de bien, sabia, generosa y carismática. Veía el bien en las personas que los demás no solían encontrar de primera instancia. Estaba orgullosa de ella en formas que las personas no podían llegar a comprender.

La forma en la que se arreglaba denotaba que quería lucir bien ese día y no solo porque estuviera a solo minutos de comenzar su recital. Tenía ese brillo especial en sus ojos que gritaba a los cuatro vientos que era feliz y que alguien estaba contribuyendo a su felicidad.

— Te ves hermosa —aseguró Pansy, parándose detrás de su hija en el espejo.

— Gracias —susurró Pandora mordiendo su labio inferior a causa de los nervios acumulados en su estómago—. Juro que nunca había estado tan nerviosa como en estos momentos.

Pansy arqueó una de sus cejas intrigada con esa confesión. Sabía que su hija tenía esa actitud de adolescente enamorada, pero no pensaba que sería tan fuerte. Era un recital y ella había tenido demasiados en su vida. Lo único que podría ponerla tan nerviosa era que alguien nuevo fuera a verla.

— ¿Algo que yo deba saber? —preguntó.

Pandora levantó su vista el espejo para ver el reflejo de su madre y el suyo. Ambas tan parecidas, pero tan distintas al mismo tiempo. Siempre iban a resaltar sus ojos verdes que eran muy parecidos si quitaban los destellos azules en los de Pandora. Su madre era la persona en la que más confiaba. Pansy era y seguía siendo su heroína sin capa.

— Invité a alguien, mamá —anunció—. A mí...eh...me gusta.

Su madre sonrió.

— ¿Puedo saber su nombre? —interrogó con curiosidad.

— Probablemente no te guste —murmuró—. Antes de que te diga quién es debes saber que él no es exactamente como yo pensaba o como las personas piensan que es. Lo he estado conociendo bastante este semestre y...sucedió —balbuceó.

— Solo di su nombre, Pandora.

La chica suspiró, jugueteando con sus dedos. Solo debía pronunciar el nombre. No era tan difícil, ¿o sí? Verdaderamente le aterraba que su madre fuera a molestarse por ello. Sabía que sus familias no solían llevarse a la perfección por los asuntos ocurridos en la guerra, pero eso no debía afectar lo que ella y James sintieran. Ellos no pertenecían a todo ese lío que ocurrió en el pasado. Simplemente eran dos personas con sentimientos hacia uno y el otro.

— Es James Potter —murmuró.

Pansy abrió su boca varias veces antes de digerir la información brindada por su hija. Tenía que verlo desde otra perspectiva. Era un Potter, James era un Potter, pero tenía que pensar en su hija. Ella se veía feliz en esos momentos y tenía que confiar en su juicio, ¿no?

— Vaya, puedes estar segura de que no me esperaba eso —aseguró y dejó salir un suspiro de sus labios—. Pandora, prométeme algo.

— ¿Qué?

— Si en algún momento sientes que él te está hiriendo, protege tu corazón. Aléjate si lo crees necesario porque muchas veces es lo correcto. No puedes dejar tu corazón en juego porque pienses que todo va a mejorar. No es sano que lo hagas y está bien ser egoísta si algo así sucede, ¿de acuerdo?

Pandora frunció su ceño, pero asintió. Ella siempre tomaba en consideración los consejos que su madre le daba y esa no era la excepción. Solo esperaba con todas sus fuerzas que James no fuera ese tipo de persona que fuera a hacerle daño.

Más que una ParkinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora