James.

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Estoy sin habla, como un chico tan tan tan guapo me habla, y sobretodo porque me parece tan sexy? Madre mía se me van los ojos a sus abdominales tan bien marcados.

Está de pies frente a mi observándome, esperando a que diga algo. No tengo palabras, no se que decir, le e gritado como si me fuera la vida en ello y el pobre se lo a tomado bien, menudo recibimiento le e dado al pobre. Intento articular palabras y solo consigo decir:

-Lo... Lo... Lo siento... yo...

-Tranquila, es obvio que estas pasando por algo duro, se aprecia en tus ojos. Por cierto, me llamo James.-Dice tranquilizandome. ¡¿Por qué me pone tanto su voz?! Respiro hondo y le respondo.

-Me llamo Jackie. Cuando estaba en el baño del instituto me desmayé y me e despertado hace unas horas aquí y me han dicho que e sufrido un paro cardíaco.-o varios.

-Yo estoy aquí por mi madre es la directora de este hospital y al ver que a veces no respiro bien me a traído. Como los médicos no me ven nada me van a dar el alta mañana, llevo una semana aquí, ¡Por fin me voy!

-¿Por qué nos han metido a dos adolescentes de distinto sexo en la misma habitación? No lo entiendo, no suelen hacer esto.-digo para distraerme de el nerviosismo que me produce este chico.

-Últimamente a habido muchos enfermos y este hospital es de los mejores de la ciudad, mi madre me a dicho que casi todas las habitaciones estaban llenas y sino me hubieran tenido que poner con algún viejo.-Dice riéndose. ¿Se está riendo de mi? parece un niño de mamá. Solo de pensarlo me empiezo a reír. Terminamos sumidos los dos entre risas cada uno por sus motivos.

Cuando paramos yo miro para otro lado porque el me está mirando. ¡¿Por qué no para de mirarme?! Ya me da igual, voy a mantener la mirada con la suya, estoy harta de ser tan débil. Giro la cabeza para mirar esos ojos negros tan cautivadores. Y no estaba equivocada, lo eran. Esa mirada tan sexy y deseosa. Parecía que me había sumido en un hechizo que solo el podría deshacer apartando la mirada. Me fijé mejor en su piel, era tan blanca y perfecta que parecía de porcelana, no tenía una sola arruga.

De repente bajé la cabeza y me di cuenta de que seguía con la rodillas subidas y me di cuenta de todo: ¡Tenía las bragas al aire! Madre mía que vergüenza. Bajé a todo correr las piernas y me bajé un poco el camisón con la esperanza de que sirviera de algo pero el daño ya estaba hecho.

-¡¿Cómo te atreves a mirar tan descaradamente las bragas a una completa desconocida que por desgracia es tu compañera de habitación?!-Le grito indignada, no voy a dejar que nadie me mire las bragas de esa manera,ni aunque me parezca tan sexy.-¡Cerdo!

Al principio se queda alucinado, como si estuviera procesando la información. Claro, hombres; no les llega la sangre a la cabeza cuando se trata de haberse quedado mirando las partes íntimas de una mujer. Empieza a reirse solo.

-Lo siento lo siento,-dice riendose a más no poder.-no me e podido contener, no era intención ofenderte.-sigue riendo pero cada vez va parando un poco mas. Cuando termina su numerito vuelve a hablar.-Lo siento de veras enserio. ¿Qué puedo hacer para que me perdones?

Oh nene, no, no me vengas así. No puedes hacer nada James, ¡NA-DA!

-No soy de perdonar fácil, ya lo siento, te lo vas a tener que currar mucho para que te vuelva a hablar bien.-Me levanto para bajar la persiana, son las 9:30 de la noche, como pasa el tiempo, que raro que no nos hayan traído la cena. Ah claro, James ya habrá cenado,y yo aún estoy muy dévil para cenar.

Cuando estoy intentando bajar la persiana y no puedo una mano la baja por mi, noto que su pecho se pega a mi espalda, a pesar de que está helado (podría ser un cubo de hielo perfectamente lo que me toca la espalda) su cuerpo produce la reacción contraria en mi,me produce un calor que sale desde lo mas profundo de mi. Nunca nada me había producido eso; supongo que será lo mucho que me pone el estar cerca de él. Dios huele tan bien.

Baja la persiana tan rápido que parecía que no tenía peso. Aunque tal vez no lo tenga, puede que solo esté débil y no tenga fuerzas para bajarla.

-Gracias, pero no hacía falta.-Digo a regañadientes. Me meto en la cama. Solo está encendida la luz de mi lamparilla de noche.

-Cualquier cosa por una dama en apuros.-Dice dedicándome una sonrisa como si me acabara de salvar la vida.

-Buenas noches.-Le hablo en tono borde, y apago la luz.

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Otra vez esa criatura, mitad pez mitad humana. Aparece en todos mis sueños siempre. Sigo en aquel lugar en el que me ahogaron una vez un montón de esas "mujeres" si se las puede llamar así. Esta vez la sirena que me agarraba la cabeza está en frente mío apoyada con los brazos en la hierba y la cola saliendo del agua. Es bellísima, pero tiene una ligera imperfección, sus manos son como las patas de un pato, tiene los cinco dedos y luego están unidos con una telilla. Me mira como si nunca me hubiera visto. Es tan parecida a mi... en rasgos físicos humanos... y a la vez tan diferente.

Me empieza a hablar. Es un idioma que no conozco pero yo la escucho igual. Es como si me estuviera contando una historia, pero no entiendo nada. Sigue poniendo cara de póquer mientras cuenta la historia; aunque por su tono de voz e averiguado de que es una tragedia.

Quiere que valla con ella dentro de la laguna. No, no voy a ir, la última vez que me atreví a bajar ahí me intentó ahogar. Bueno, lo consiguió. Me intenta cojer la mano para que fuera con ella pero la aparto. Me intento levantar como sea de allí, quiero irme. me levanto y echo a correr. Pero a cinco metros de la laguna me detengo.

Me pongo a pensar. ¿Y si la mujer-pez tiene algo importante que decirme? Mi subconsciente me regaña. No tengo que confiar en ellas, en los cuentos ellas siempre han sido las malas que con sus artimañas intentan ahogar a personas inocentes para luego comérselos. Aun que... puede que solo sea en los cuentos...

Un canto, como una coral de las mejores voces del mundo me interrumpe en mis pensamientos, me giro y es ella canta sobre humanamente bien. Esa voz es perfecta. Voy acercándome a ella poco a poco mientras sigue cantando.

Me detengo. Si sigo avanzando terminaré muerta como la otra vez. Al instante algo me atraviesa la espalda, está frío y a la vez caliente. Se queda atascado dentro de mi, rozando mi corazón pero sin llegar a dañarlo. Caigo de rodillas ante la hierba verde oscura, intento girar la cabeza pero noto que de mi sale un líquido muy rápidamente. Me toco la espalda: Sangre, me han disparado y no creo que sea capaz de salir de esta. Miro hacia la laguna, salen a flote cuerpos y cuerpos de mujeres-pez. No salen del todo a flote: solo se ve la parte humana y un poco de sus colas.

La laguna el agua ahora es sangre, sangre de sirena. Mis ojos empiezan a cerrarse sin darme cuenta, y caigo sumida en un sueño muy profundo: la muerte.

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Me despierto con el corazón en un puño. Acababa de presenciar una masacre en la que me incluían a mi. Vale, igual era un sueño, pero dolía igual. Una parte de mi aún sentía la bala rozándome el corazón.

Miro al rededor de la habitación, no veo por ningún lado a James y me asusto. Bajo la cabeza a mi cama y veo que me está mirando. Está tumbado a mi lado en mi cama.

-¿Has dormido bien?-Me dice con sarcasmo. Parece que se está riendo de mi porque esboza una sonrisa.

-¿Que haces aquí?-Mi tono es cortante. Se me nota que estoy enfadada.-Deberías estar en tu cama.

-Lo se mami. Pero no podía dormir.-Vale, se está riendo de mi. ¡No soy tu madre! No te rías de mi.

-Fuera de mi cama.-Le digo mientras le echo.

-Solo intentaba arroparte. Estabas helada, sobre todo unos minutos antes de despertarte. Ni siquiera he tenido que tocarte para saber que tenías frío.-Su tono es como si de verdad se preocupara por mi. Se sienta en su cama.

-¿Y entonces como lo sabías Don Yo-Lo-Se-Todo.-Digo mirando a otro lado.

-Estabas temblando.-Se empieza a reír de mi. Oh claro... he quedado como una idiota. Sin darme cuenta se acerca a mi y me besa. Mientras lo hace empieza a bajar las manos desde mi cara hasta mis caderas. Dios que bien besa. Sus labios bajan desde los míos por mi cuello besando cada parte de el. Sigue por mis clavículas y para. Vuelve a subir esta vez con mordiscos pequeños y vuelve a mis labios. Una vez ahí me besa con pasión y tira de mi labio inferior y sin querer me hace una heridita. Cuando nota que empiezo a sangrar un poco se aparta corriendo, como si. Hubiera matado a una persona y se va corriendo diciendo: ¡ME TENGO QUE ALEJAR DE TI, NO TE QUIERO HACER DAÑO JODER, A SIDO UN ERROR. LO SIENTO!

Entre Sirenas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora