¡Muchas gracias a todos por leer! Y con ustedes... -redoble de tambores- ¡La continuación!
PD: Proximo capitulo el Miercoles ;)
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Y si, volvemos al inicio de aquel día... San Valentín, ese día en que el amor, la pasión, los chocolates y los regalos son idolatrados, esperados por muchos y odiados por la otra parte de la población. ¿Un día comercial? Eso es decisión de cada uno y desde que aspecto se aborde el día.
Una mañana como cualquier otra, martes, era el día en que caía aquella fecha "especial", él sol se alzaba sobre el horizonte reflejando sus rayos de sol en el cielo nocturno, el cual era teñido por diversas tonalidades de naranja.
De entre todos los lugares donde algún rayo de sol pudo haber entrado escogió un lugar en específico, un más o menos elegante departamento en la ciudad. Aquel lugar tenía una habitación, baño, sala, comedor y cocina. Todo era lo suficientemente espacioso para que un mamífero grande pudiera vivir en comodidad, el típico departamento de soltero.
Si nos fijábamos en la cama, en el baño o en cualquier otra habitación del lugar, nos daríamos cuenta de que quien vivía allí ya había salido directo a su trabajo o al menos aquello daban a entender los platos y sartenes sucios en el fregadero. En el reloj marcaban las 6 de la mañana.
Quien viviera en el departamento, desde hace un rato debió haber partido a trabajar con toda la tranquilidad del mundo. Tan solo era un día normal, para él no había nada especial. ¿O sí?
¿Dónde podríamos encontrarlo? La respuesta era fácil y sencilla, si se viajaba un poco por entre la ciudad recorriendo sus calles, algo, tal vez el destino, nos conduciría hasta el recinto uno del distrito policial de Zootopia. Y justo al entrar, lo encontrarías bailoteando de un lado a otro mientras ordenaba con felicidad su escritorio, no podría haber un recepcionista más simpático que él. De entre todos los oficiales e incluso que él jefe, él buen Benjamin Garraza era el primero en entrar a trabajar y el penúltimo en irse.
No era extraño, pues todos sabían que adoraba ir día a día a la comisaria para pasar más tiempo con sus compañeros de trabajos. En toda la fuerza era imposible conocer a alguien a quien aquel chita no agradara. Aunque en algunas ocasiones cansara de tanto hablar de Gazelle todos terminaban teniendo un día mejor por su causa.
— Buenos días Garraza —saludo el jefe rutinariamente una vez que se encontró frente al escritorio de su empleado.
— ¡Buenos días jefe! —él enorme animal había dado un pequeño salto emocionado y en su rostro esperaba que su jefe le dijera algo más, pero ese algo más jamás llego, ya que en el momento en que termino su saludo comenzó a marcharse hacía su oficina.
— Por cierto —un pequeño brillo y sonrisa de emoción surgió en los ojos de Ben, una vez que noto que el jefe se había detenido— Cuando llegue Hopps le dices que necesito los archivos del contrabando de armas —la ilusión que guardaba en su interior se hizo pedacitos entristeciéndolo un poco.
— Si jefe... —respondió mirando hacia la puerta de al frente como si no pasara nada.
Uno a uno todos iban llegando a la comisaria cada uno saludaba al simpático recepcionista, pero había algo que sentía que le faltara, siempre que alguien nuevo aparecía frente a él esperaba un par de palabras, no era mucho, pero si era algo que estaba deseoso por escuchar. Pero no. Nadie lo recordaba.
La mayor parte del día se lo había pasado recostado sobre su escritorio mirando a todo el mundo pasar y seguir con sus rutinas diaria. Aunque por afuera de las puertas de cristal era posible ver a las parejas felices con coloridos globos, regalos o flores.
Así fue su estado de ánimo, al menos hasta que todos comenzaron a marcas sus horas de salida y comenzaron a irse, aunque no recordaba a nadie saliendo por la puerta pues su bajo estado de ánimo lo había hecho quedarse por un momento dormido en el trabajo e incluso que haya dejado sin comer las donas que había comprado en su hora de comida ¿Eso era posible? ¡Nunca le había pasado aquello!
Sintió que algo agitaba su cuerpo, despertándolo asustado.
— Garraza, ven a la sala de juntas... —si sus orejas no se equivocaban quien había hablado era nada más que su jefe y aunque nunca lo habían regañado, temía que lo terminaran castigando por dormir en horarios de trabajo.
Con temor se levantó y comenzó a seguir a su jefe, con las orejas caídas. Él iba muchos pasos atrás así que pudo ver como entraba Bogo a la sala y la puerta se cerraba detrás de él. Apenas su pata toco la puerta trago saliva e intento convencerse de que todo iba a estar bien.
Una vez que la puerta se abrió, la habitación estaba completamente a oscuras, intento ver algo, pero le era imposible, su visión nocturna era completamente un fiasco.
Después de algunos segundos de fallidos intentos por ver a su alrededor y olvidando que era más fácil si encendía la luz, alguien encendió el interruptor de la electricidad logrando iluminar todo el lugar. Por un momento el brillo en sus ojos molesto, teniendo que entrecerrarlos un poco.
— ¡Sorpresa! —fue el grito que automáticamente se escuchó cuando las luces se encendieron, el guepardo se sorprendió al ver a la mayoría de sus compañeros de trabajo de pie frente a él con sombreros de fiesta y alrededor suyo toda la sala estaba decorada... Decorada para una fiesta de cumpleaños.
En efecto, era su cumpleaños, era lo que había estado deseando que le dijeran desde que el día había comenzado, pero de eso a una sorpresa, era demasiada diferencia.
No fue algo demasiado grande, ni tampoco muy duradero, pues como la fecha lo requería los oficiales que tenían pareja debieron marcharse con rapidez. Pero la sensación de felicidad que había sentido no tenía comparación.
¡Y la comida! Había sido una verdadera delicia que por nada del mundo se había arrepentido de comer al menos 3 platos, por no decir más para no hacer quedar como un glotón al lindo guepardo.
— Por cierto —cierta coneja se acercó al rechoncho animal con algo entre las patas— Me pidieron que te diera esto, aunque me dijo que no te dijera quien era —sonrió cómplice extendiendo ante él una tarjeta para San Valentín. Él tomo aquella tarjeta sorprendido, pues era lo que menos se esperaba ese día.
Uno a uno se fueron yendo los oficiales hasta que él igual acabo volviendo a casa con total tranquilidad, pero no sin antes pasar a un parque de la ciudad a sentarse y contemplar un poco todo. Bastante curioso pudo ver como la zona de las flores estaba rodeada por cinta amarilla. ¿Alguien había robado flores? Prefirió omitir sus ganas de curiosear y saco de su bolsillo la carta que la oficial Hopps se había entregado, leyendo por completo cada cosa de su contenido.
Algo llamado felicidad lleno su ser, aun si no sabía de quien venía la carta, su corazón salto de felicidad al leer las cosas que allí ponían. De lo único que sabía era que trabajaba en la comisaría y era una chica.
Vaya sorpresas le había deparado el día... Pero el contenido de aquella carta seria un misterio, o tal vez no...
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Zootopia - Cronicas de San Valentín
FanfictionSan Valentín, ese día en que el amor, la pasión, los chocolates y los regalos son idolatrados, esperados por muchos y odiados por la otra parte de la población. ¿Un día comercial? Eso es decisión de cada uno y desde que aspecto se aborde el día. Rea...