CAPITULO 4

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PAULA

Después de haber peleado cara a cara contra un dragón creí que nada podría asustarme otra vez. Estaba equivocada.

En ese momento el ver no a uno si no dos hijos de Poseidón, recordé la voz de mi sueño, riéndose y diciéndome: "El hijo del mar esta en camino, si quieres a tu familia a salvo, debes traicionarlo. Tráelo ante mí o afronta las consecuencias"

No sabía que hacer.

Después de la cena, acompañé a Sebastian y Santiago a la cabaña tres, donde ambos se dieron cuenta que sus madres no sabían nada de ellos

-Podemos usar un mensaje iris.

-Un qué...? -dijo Santiago. No lo miré a los ojos.

-Les enseñaré.

Había una fuente al final de la cabaña, y unido con la luz de la luna formaban un pequeño arco iris. Tomé un dracma de oro de mi bolsillo.

-Diosa del arco iris, acepta mi ofrenda. -lancé el dracma y desapareció entre la cortina de colores -di la ubicación.

-Emmm... Manhattan, Lilia Rincón.

Un instante no pasó nada. Al siguiente la imagen tembló y nos encontramos en un apartamento, con grandes sofás y una mujer sentada en ellos. La mujer me vio y fruncio el ceño, pero cuando vio a su hijo agrandó muchos los ojos.

-¡¡¡¡Mamá!!!!

Santiago se lanzó hacia ella pero al ser solo una imagen, paso a través de la cortina. Estuve a punto de reírme, cuando recordé que no debía hacerme amigo de él.

"Debes traicionarlo"

-Santiago... -dijo la mujer -Dónde estas? Que ha pasado?

-En el Campamento Mestizo -dijo -Es una larga historia.

La mujer asintió, sus ojos estaban llorosos -Voy a ir a casa, solo...

-No, querido -respondió la mujer -No es necesario. Además si estas ahí es porque algo te atacó, estarás más seguro allá.

Yo seguía pensando en lo que me había contado, si los habían atacado gigantes no entendía como los habían vencido. Estoy más que segura que la única forma de vencerlos era un dios y un semidiós luchando juntos.

-Esta bien, mamá.

La imagen tembló y se desvaneció. Con Sebastian fue básicamente lo mismo, llamada, hola mamá quiero volver, "Es más seguro allá", te quiero y luego corte.

Los dejé en la cabaña y fui a la mía, donde me recoste y cerré los ojos, por supuesto eso solo me trajo pesadillas.

Verás, si los mestizos estamos en una situación rara o fuera de lo común nuestros cerebros se conectan a una red de "pesadillas con escenas en tiempo real" donde nos dan indicios sobre nuestra misión.

Me encontraba en el mismo lugar de la otra vez, un alto templo de piedra en ruinas, con altos pilares y un montón de altares con dioses mitad animales, una mujer con cabeza de caballo y un fénix con cabeza de hombre estaban pintados aquí y allá.

En el fondo, en un inmenso trono hecho de pilares rotos se encontraba un gigante de unos 12 metros, de la cintura para arriba era un hombre de piel pálida con una armadura dorada, tenía le pelo del color de la hierba, trenzado con armas --lanzas, espadas, arcos--. Tenía los pies de dragón del mismo verde de su pelo, sus ojos eran tan blancos como el mármol pulido.

Cernida a un lado estaba mi madre, tenia las piernas y los brazos amarrados, su cabello rubio estaba sucio y enmarañado, sus ojos marrones estaban en pánico. Me veía y apuntaba con la cabeza al gigante, quien sonreía de forma perturbadora.

Los Salvadores Predichos: El Cristal de UranoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora