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El pelirubio tenía los codos apoyados en la mesa y su cabeza asentada en la palma de su mano derecha. Miraba hacia abajo, deslizaba sus dedos por la pantalla de su celular, desbloqueándolo y volviéndolo a bloquear, repitiendo esa acción una y otra vez.

—¿Qué sucede Goku? —Preguntó Bulma mientras se acercaba a él con su bandeja de desayuno en las manos

Lo había notado extraño, Goku no había tocado su comida, y era extremadamente raro verlo sin ganas de comer.

—No es nada Bulma —Bloqueó por última vez su celular y lo alejó hacia un lado para tomar su vaso de soda

—A mí no me engañas, has estado extraño estas dos semanas, dime, ¿es por Casse? —Guiñó un ojo

—¿¡Qué?! No, no es por ella, creo incluso que ya la superé —Se encogió de hombros

—¿Y entonces?

Goku no respondió. Krillin apareció tiempo después de que casi lo asesinaran en la fila para comprar su desayuno.

Las clases transcurrieron con normalidad, a excepción de dos amigos que sabían a la perfección que el oji-esmeralda no estaba del todo atento.

Goku no dijo nada, después de todo creía que era una tontería ponerse algo triste o más bien, preocupado, de que su escritora favorita no haya respondido el último mensaje que le envió (que había sido hace dos semanas), que haya eliminado dos de sus historias que no concluyó y que tampoco se haya conectado por el whatsapp.

Él ya se había acostumbrado a hablarle cada día, darle las buenas noches e incluso planear escribir una historia compartida.

Tal vez no la conocía en persona, pero deseaba hacerlo, las cosas que habían compartido por mensajes era suficiente como para que él llegara a sentir un pequeño cariño. Era su amiga a larga distancia y el hecho de que haya desaparecido sin decir nada, lo preocupaba.

Miró hacia el cielo, notó un avión pasando justo sobre su cabeza y apretó los puños.

—¿Qué te sucedió Milk?...

Mi escritora favorita «Gochi»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora