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Se sentaron en una banca para conversar, debajo de un árbol que se quedaba sin hojas, el frío iba aumentando con forme el sol se movía descendiendo.

Él la escuchaba con atención y ella hablaba, desahogándose con sinceridad.

Cuando hubieron terminado, ella se sintió mucho mejor y el ojiverde la envolvió en sus brazos. Ambos sentían como si sus problemas y su alrededor hubiese desaparecido y sólo existían ellos. En un mundo frío, sin un océano que los separara.

Se levantaron y caminaron de regreso a casa de la pelinegra. Él tenía el brazo colocado en los hombros de la joven, cualquiera que pasara por ahí hubiera pensado en que eran novios desde hace tiempo, nadie sabría que apenas y se se conocían físicamente desde hacía menos de un día.

—Gracias por todo, Goku —Dijo por lo bajo una vez que estuvieron frente a la puerta de su casa.

El rubio notó las mejillas encendidas de su escritora y sonrió. Tomó sus manos con la suya y con la otra elevó su mentón.

—Cruzaría de nuevo el mundo con tal de verte, Milk. Eres sin duda la mejor, en todos los aspectos, y sé que podrás con esto y todo lo que el futuro te depara.

—Ni siquiera me conoces lo suficiente —Pronunció con nostalgia.

Antes de que pudiera continuar. Éste la había tomado por ambas mejillas y la acercó lentamente hacia él.
Milk sentía que no podía respirar, la heladez que sentía en su nariz desapareció en cuanto estuvieron lo suficientemente cerca para rozar sus labios. Y luego, él la besó.

Dudó en un principio, pero ¿Qué había de malo?. Se abrazaron sin soltar sus bocas, fundiéndose en un delicioso y tierno beso que les brindaba calor. Moviéndose al compás del otro.

—Oigan, ¿qué opinan de un...un...una —Apareció Krillin por la puerta.

El calvo quedó ccompletamente rojo al ver a su amigo en esa posición con la recién conocida.

Milk se separó de inmediato con las mejillas encendidas, rogando por que Vegeta no haya visto nada.

Mi escritora favorita «Gochi»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora