Parte 10

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Lo primero que hizo en la mañana, apenas se lavó la cara y comió algo, fue llamar a Dani, pero él continuó ignorándola. Lina gruñó. Al fin y al cabo, la noche anterior ella le había dicho que quería verlo bailar, nada más. Las expectativas se las había creado él solito.

En fin, si la montaña no iba al profeta, el profeta iría a la montaña, se dijo ella, y marchó al teatro caminando a paso rápido. Entró al mismo por la puerta de atrás, buscó a Dani en las diferentes salas y no lo encontró por ninguna parte.

En cambio, vio a Sebastián y a Graciela charlando en un rincón. Parecía una conversación inocente, pero él sostenía una mano de la chica y acariciaba sus dedos en un gesto cariñoso.

Lina pensó que le correspondía sentirse enfadada. La escena confirmaba las advertencias de Daniel: Sebastián nunca la había querido de verdad, y sí había aprovechado la relación para darle celos a su antigua novia. Sin embargo, la muchacha descubrió que le daba igual. De hecho, hasta se alegraba por Sebastián, pues había recuperado a su alma gemela. ¿Qué podía ser más romántico? Lina sonrió para sí, y después siguió de largo buscando su propio final feliz.

Tras un cuarto de hora en el que también interrogó a unos cuantos bailarines y empleados, Lina tuvo que aceptar la realidad: Daniel no había venido. Debía de estar en su casa, por lo tanto, pero ¿dónde rayos vivía? Tendría que preguntárselo a alguno de sus amigos.

Soltó una exclamación de alivio cuando vio a Tatiana aproximarse a ella. Lina fue a su encuentro, feliz al principio, luego preocupada al notar la expresión de la bailarina. Aun así, le dijo:

—Hola, Tati, ¿sabes dónde está Daniel? Tengo que hablar con él, pero no responde a mis llamadas. ¿Podrías pasarme su dirección o el teléfono de su casa?

Tatiana enarcó las cejas.

—¿Lo estás buscando? ¿Después de lo que pasó anoche?

—¿Te contó eso?

—¡Pues claro que me lo contó! Soy su mejor amiga, ¿recuerdas? El pobre tenía el peor caso de corazón roto que he visto en mi vida.

—¡Pero no lo sabes todo! ¡Y él tampoco! Fue Sebastián quien me besó a mí. Por sorpresa. Yo ni siquiera sabía que estaba ahí; en realidad iba de camino a decirle a Dani que sí sería su novia. Y luego el muy cabeza dura no me dejó explicarle nada.

—Oh. ¡Oh! ¡Entonces tienes que darte prisa!

—¿Por qué?

—Porque a estas horas ya ha de estar en la terminal de autobuses. Raúl nos dio unas vacaciones, y Dani dijo que iría a pasar unos días con su familia. Y lo peor: después de lo de anoche, me confesó que tal vez no regrese a bailar aquí. El director de otra compañía vino a verlo y le dijo que quiere llevárselo apenas se le acabe el contrato. —Tatiana sacó su teléfono—. Diablos, no podemos perderlo así.

—¿"Podemos"?

—Toda la compañía. Tú como su novia. Y yo como su pareja de baile. Siempre he tenido la esperanza de que nos volviéramos famosos juntos, como Julio Bocca y Eleonora Cassano. —Tatiana sonrió mientras marcaba un número en el móvil—. ¡Dani! Dani, no me cortes, hay alguien aquí que quiere decirte algo importante.

Tatiana le alargó el teléfono a Lina como si fuera un salvavidas.

—Hola, Dani —dijo la muchacha. Al principio no hubo respuesta, sólo silencio. Luego el bailarín preguntó:

—¿Qué es eso tan importante que tienes que decirme?

El tono frío de Daniel hizo que a Lina le costara arrancar. Tragó saliva primero.

Beso robadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora