Capítulo 1: De camino a Dinnamore

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Dylan llevaba prisa, y mucha. No tenía tiempo que perder en entrevistas, noticias o casos menores al que tenía entre manos, así que pidió un período de tiempo al director para su nuevo misterio: el misterio de la mansión de los Angelot, en Dinnamore.

-Vaya, Dylan, este parece ser otro de esos momentos en los que te vas en busca de otro caso, ¿eh?

-Muy perspicaz, señor Anderson.

-Oh, Dylan, llevas años aquí y todavía me trata de usted. Llámeme por mi nombre, Harry.

-Bueno, si se siente más cómodo así. El caso es que necesito un tiempo más para el caso de Dinnamore. Habrá leído los periódicos de Londres de hace poco, ¿no?

-Vaya que si los he leído. El artículo venía en grande. ¿Cómo pueden creer aún en brujas y vampiros un pueblo tan cerca de Londres?

-Ya, el caso es que he buscado cosas sobre el tema, y la información que he encontrado no encaja del todo. Debe haber algo más que simples habladurías mitológicas. ¿Entiende ahora por qué necesito ese tiempo de ausencia?

-Sí, y se lo concederé por ser usted. No le haré perder más tiempo, Dylan. Cuídese.

-Muchas gracias, lo haré - se alejó de la sala del director con la elegancia que sólo él podía tener. Sus alumnos lo hecharían de menos, pero después de recibir aquella carta tan rara, no podía quedarse de brazos cruzados. Así que se dirigió al aparcamiento donde le esperaba tanto su coche, como un chico de poca edad que lo miraba fijamente con una sonrisa.

-Buenas, señor Dylan, necesi...

-Necesitas hacerme unas preguntas. Eres periodista, ¿me equivoco?

-Guau, su sexto sentido es legendario, pero...

-Nada de sextos sentidos. Para empezar, ya te había visto alguna que otra vez entrando en los despachos de periodismo cuando iba allí en busca de algún documento. Además, la cámara en tu bolsillo y la placa con tu nombre abrochada al pecho sacan claramente de dudas. En cuanto a las preguntas, es fácil saber que me ibas a interrogar por el hecho de que llevas una libreta abierta por una hoja que dice: entrevista al profesor Dylan. ¿En qué puedo ayudarte?

-Ja, ja, Vaya. Es usted inteligente, y mucho. No me extraña que resolviera el caso del museo de Londres de la semana pasada. Verá, me han pedido que le ayude con su próximo caso. Saben que está muy ocupado, y se preocupan por usted. Además, me hacía ilusión ver al ilustre Profesor Dylan. Veo que lleva prisa, ¿a dónde se dirige?

-Así que mi ayudante, ¿eh? Bien, no tengo ningún inconveniente en que vengas conmigo. No me vendrá mal algo de ayuda. En cuanto al lugar que vamos, siendo periodista sabrás los sucesos en Dinnamore, ¿no?

-Ajá. Vamos a Dinnamore, entonces.

-Exactamente, pero más que por el misterio, es por esta carta. Mírala atentamente.

El periodista cogió la carta, pero antes de leerla, se subieron al coche, y éste se presentó como Eric Ailon, un chico de 21 años y periodista del London News, el periódico más conocido en todo Londres por sus completos contenidos. Luego de presentarse, abrió la carta con impaciencia, y empezó a leer en voz alta.

-Al señor Dylan:

Le hablo desde Dinnamore, lugar donde seguramente ya sabe de los rumores sobre los Angelot. Quiero que venga a ayudarme a limpiar el nombre de esta honorable familia, la cual no se merece los prejuicios que caen sobre ellos. Todo ocurrió cuando murieron sus padres, pero se lo explicaré mejor cuando nos encontremos en... Espero que me ayude a arrojar luz sobre el tema.

                                                                                       Una habitante de Dinnamore

Y bien, ¿que decía que tenía en especial esta carta?

-No te has dado cuenta, ¿eh? Ya lo explico yo. El misterio principal a resolver es el lugar en el que nos ha pedidonque nos encontremos. Y quien lo ha hecho, se ha esmerado en resaltar la palabra "luz". Casi parece un garabato.

- Vaya, es verdad. ¿Se habrá equivocado al escribir? Jum...

- Podría ser, pero no hay que descartar el hecho de que se hizo a propósito. Mira que ocurre si "arrojas luz sobre el tema" - el profesor le entregó a Eric una linterna, sin dejar de atender al volante. Eric encendió la linterna sobre el papel de la carta y, efectivamente, se podía leer una dirección.

-¡Eso es! La persona que necesitaba su ayuda se quería asegurar de que era usted el que leía la carta.

-Exacto, y por eso no puso un único problema, sino dos. Fíjate bien.

-¿Hm? ¿Hay más? Vaya, estoy... no lo sé, ni siquiera sabía lo de la linterna.

-Ja, ja, tranquilo. Fíjate en la letra.

-Es de máquina, ¿Qué?

-Que debemos descartar el hecho de que sea un adulto.

-¿Solo porque está escrito a máquina? No le sigo.

-La que escribió la carta, luego usó su propia letra para resaltar "luz", y ésta tiene una caligrafía muy... aniñada. Conclusión: una niña de Dinnamore, la cual es bastante inteligente, necesita mi ayuda. Si escribes "niña" encima de la dirección, letra encima de letra, ¿qué queda?

-Cuatro letras raras y... Woodfall Street. Si no me equivoco, en Dinnamore hay otra calle que se llama Desswoodfall Street.

-Si nos hubieramos limitado a un unico misterio, nos habríamos equivocado de calle y, por lo tanto, no nos encontraríamos con esa chica.

-Es usted increíble - de repente, el coche del profesor se paró anteuna caseta delante de un arco bien decorado. Salieron del coche y miraron el horizonte asombrados.

-Esto es... ¿Ya hemos llegado?

-Dinnamore... Vamos, Eric.

Dylan y El misterio de DinnamoreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora