19- Adios mi Diosa

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-Mi nombre es Lady Angewomon sacerdotisa del Cielo del Digimundo gobernado directamente por la diosa Yggdrasil. Ante esta situación tan desfavorable para la paz y el equilibrio de todo el Digimundo yo, en nombre de mi diosa les pido ayuda a ustedes los cuatro espíritus sagrados: Ebonwumon del norte, Zhuqiaomon del sur, Qinglongmon del oriente y Baihumon del occidente. Préstenme su fuerza para detener la cuenta regresiva que pone en riesgo el mundo que todos nosotros juramos proteger.

-Te habías tardado- gruño Baihumon.

Las cuatro Bestias fueron teletransportadas a sus respectivos continentes en donde les aguardaba las rocas sagradas que comenzaron a brillar uniéndose por lazos de luz formando un círculo mágico. En el cielo, los cuatro ángeles se posicionaron en el centro del círculo que había en la tierra. Una estrella de cuatro puntas se dibujó sobre Fanglongmon que ya solo le falta sacar sus pies de la tierra. Al notar lo que estaba pasando soltó un rugido tal que hizo temblar la tierra y todos los que habitaban el Digimundo, incluso a los niños elegidos. De las rocas sagradas enormes cadenas de luz surgieron envolviendo el cuerpo de la bestia destructora. Sin embargo aquellas no fueron lo suficientemente fuertes para retenerlo pues, en su intento de zafarse de ellas sus piernas subieron a la superficie. Un nuevo rugido causo que la tierra se volviera roja, que el cielo se oscureciera. Incluso las Bestias Sagradas temían que esta vez no pudiesen detenerlo, que el Digimundo estaba condenado. Y cuando todos parecían haber perdido las esperanzas, en el cielo una enorme esfera de luz, en cuyo centro estaban los cuatro ángeles, potencio las cadenas que detenían a Fanglongmon.

-¡No se rindan!- grito Lord Holy Angemon desde el cielo.

-¡Podemos hacerlo!-animo Lady Angewomon.

Aquellas palabras fueron suficientes para volverles las esperanzas a las Bestias, a los digimons y a los niños elegidos que ahora escuchaban sus voces indiscriminadamente.

-TK...

-Hikari...

Murmuraron ambos hermanos mayores.

Entre la preocupación, el miedo, el dolor, la desesperanza, la oscuridad... nació un milagro.

Los digivice y los D-3 comenzaron a brillar desesperadamente. Los niños elegidos, sin esperar un segundo más, dirigieron sus dispositivos en dirección a las cadenas. Estas fueron cubiertas por el poder de los emblemas. Una energía del color del arcoíris cubrió por completo el cuerpo de Fanglongmon obligándolo a retroceder, presionando su cuerpo contra la tierra y enterrándolo nuevamente. La tierra se sacudía, corrientes de viento chocaban entre ellos y junto a un rígido de dolor, lamento y odio... todo quedo en silencio.

Desde el cielo, la luz que cubría a los cuatro ángeles comenzó a extenderse como un cálido manto que reconfortaba lentamente al cielo, la tierra, los digimons, las Bestias Sagradas y a los niños elegidos, sumergiendo a todos y cada uno de ellos en un sueño profundo. Entonces entre todo aquel brillo unas dulces y nostálgicas voces los guiaron:

-No teman, ya está bien.

Otra voz les dijo:

-Todo está bien ahora.

-¡TK!-grito Matt.

-¡Hikari!-grito Tai.

Cuando la luz comenzó a desaparecer en pequeñas partículas brillantes, todos los seres existentes del Digimundo comenzaron a despertar tendidos sobre campos de flores. De esta forma los niños elegidos despertaron junto a sus compañeros digimons al lado como si estuvieran despertando de una cruel pesadilla.

-Eso... no fue un sueño ¿verdad?-pregunto Sora.-Ese digimon gigante...

-Fue real pero... se siente como si solo hubiésemos estado durmiendo todo este tiempo-Dijo Izzy- Todos los daños al Digimundo e incluso nuestras heridas y las de los digimons parecen haber sanado por completo. Pero... ¿ustedes lo escucharon? Esas voces.

Takeru y Hikari. El Rey y la Diosa: El Cielo del DigimundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora