Chapter 3

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No era una ilusión. Tampoco era ninguna treta preparada minuciosamente para llegar hasta ellos y engatusarlos. De hecho, era todo lo contrario. Esas personas realmente eran Akutagawa y Atsushi, Dazai no tenía ninguna duda. Había transcurrido mucho tiempo desde que los vio por última vez, pero eran ellos.

— Dazai-san, en verdad verdad eres tú —fue el peliblanco, Atsushi, quien habló primero y rompió el denso silencio que se había establecido en la habitación. A su lado, el chico de cabello negro permanecía estático.

Se encontraban en la sala. Los recién llegados habían tomado asiento -por indicación de Dazai- en uno de los sofás mientras que Dazai y Chūya en el opuesto, mientras el pelirrojo luchaba para mantener a Saku quieto en su regazo, quien se mostraba muy interesado en los visitantes.

— Atsushi-kun... Ha pasado tiempo —sonrió Dazai, por alguna razón viniéndole a la mente recuerdos de tiempos pasados, cuando aún era un detective de la Agencia— Mírate, has crecido.

En efecto, Atsushi ya no era el chiquillo que Dazai estaba acostumbrado a ver. Su complexión se había hecho mucho más voluntariosa, su torso se había ensanchado y había crecido varios centímetros de estatura. Su rostro también mostraba signos de madurez que antes no estaban presentes.

— Bueno... han pasado tres años. Es normal que haya crecido un poco —respondió Atsushi, con el típico nerviosismo de siempre. Al menos descubrió que esa parte de él seguía igual, lo que le hizo sentir nostálgico.

La mirada de Dazai luego intercaló a Akutagawa. El joven no había cambiado mucho, seguía prácticamente igual a como lo recordaba e incluso seguía usando ese largo abrigo negro. Sin embargo, notó que lucía más cansado que antes.

— A ti también me alegra verte, Akutagawa-kun.

Quizás el pelinegro no se esperaba que alguien a quien le tenía tanta estigma como Dazai le dijera aquello, puesto que por una fracción de segundo le vio totalmente perdido y sin saber que decir.

— L-lo mismo digo, Dazai-san.

Parecía aún más nervioso que Atsushi, pero sabía ocultarlo bien.

— ¡Sushi! —exclamó de pronto Saku con su potente vocecita. Todos los ojos de la sala se posaron en él, se refería a Atsushi— ¡Sushi tiene un peinato muy chistoso!

Dazai soltó una carcajada— ¿Lo tiene, verdad? Siempre pensé que te lo cortabas a tijerazos, Atsushi-kun.

Las mejillas de Atsushi se tiñeron de rojo, a la vez que balbuceaba ciertas cosas con respecto a su cabello. A Dazai le sorprendió ver a Akutagawa sonreír, no por el comentario de Saku, si no al posar su vista en el peliblanco. Eso era nuevo en una persona tan seria como él.

— ¿Así que ese es el mocoso de ambos? —dijo Akutagawa, observando al niño y luego a Chūya— Mírate, parece que vas a reventar.

— ¡Cállate! ¡No es mi culpa que este así! —se defendió Chūya, ofendido. Después de haber pasado tanto tiempo sin verse, eso era lo primero que le decía— Además, aún podría patearte el trasero si lo quisiera.

— Siempre igual de amenazador, Nakahara. Creo que ya había comenzado a extrañar tus amenazas.

— Pues yo pienso que Saku es un niño muy bonito —comentó Atsushi, ajeno al mini-diálogo de su compañero y Chūya— Se ve idéntico a Dazai.

— No te dejes engañar, chico tigre. También tiene varias cosas mías, solo que no son tan visibles como quisiera.

Después de eso, charlaron sobre varias cosas sin importancia o no muy relevantes mientras bebían té. Dazai sabía que estaban evadiendo el tema principal de la conversión; el porque habían venido. Les había preguntado como los habían encontrado y Atsushi le respondió que fue Ranpo quien dio con ellos, no debería sorprenderle conociendo las habilidades del tipo, pero también les aseguró que nadie más con excepción de Akutagawa y él lo sabían. Al parecer, era un secreto que no todos conocían.

Soul & Stars [Soukoku; Mpreg]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora