Chapter 4

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— ¡Mira las estrellas! ¡No hay manera de que se vean así en la ciudad! —exclamó Atsushi, contemplando con gran asombro desde la ventana como el estrellado cielo nocturno brillaba en todo su esplendor.

Se giró hacia el pelinegro y sonrío tal niño lo haría.

— Son hermosas, ¿no crees?

Akutagawa se acercó y echó un vistazo a través del cristal, hacia el cielo. No pareció muy emocionado, de hecho, su inexistente reacción ni siquiera se acercó ni un poquito al asombro mostrado por su compañero albino.

— No le veo nada de especial. Tú siempre te emocionas por cosas sin importancia, pareces un mocoso de preescolar.

Sabía que debería sentirse ofendido por su comentario, pero para Atshushi aquella era la primera vez que estaba lejos de la ciudad en mucho tiempo y veía el cielo tan estrellado, por lo que en su opinión estaba bien emocionarse, a pesar de que ello le hiciese parecer un niño pequeño.

— Lo dice alguien que se muestra aburrido con todo lo que le rodea, ¿porque no puedes emocionarte un poco más? No te hará daño sonreír más a menudo.

Akutagawa le miró con cara de pocos amigos, obviamente molesto. Incluso hasta pensó que usaría a Rashōmon con él, como era su costumbre hacer. Pero sorprendentemente se contuvo y no lo hizo. Aquello era una de las cosas que debían tratar de manejar, pues Atsushi no disfrutaba particularmente el ser apuñalado tantas veces cada vez que estaban en desacuerdo por algo, lo cual sucedía muy a menudo. Además, no había traído ropa de repuesto.

— Si me emociono o no con la cosas es mi problema. Soy como soy y no puedo cambiarlo —dijo fríamente, cruzándose de brazos— Además, no usó a Rashōmon porque Dazai se enfadaría si rompo algún objeto por tu culpa. Así que deja de fastidiarme, no olvides que también puedo hacer uso del entrenamiento de la Port Mafia.

Atsushi le vio darse la vuelta y alejarse. Suspiró y volvió su vista hacia el cielo.

¿Qué estaba haciendo mal?

Un año. Un año era el tiempo que llevaban juntos y aún así le sentía igual de lejano que siempre. Parecía que nada había cambiando desde el momento en el que se conocieron hasta ahora, a pesar de todas las cosas por las que pasaron. Sabía que no eran la mejor combinación y su compatibilidad ciertamente tampoco era buena, pero tenía esperanzas de que las cosas mejorarían.

Al menos eso era lo que había dicho Kyouka, que a su debido tiempo las cosas tomarían su rumbo. Él solo deseaba creer que era cierto.

Se preguntó si alguna vez él llegaría a tener una relación estable como la de Dazai y Chūya. Si alguna vez sería capaz de confiar tanto en una persona como ellos lo hacían... si alguna vez podría forjar un vínculo sin temor al rechazo o el abandono. Pero solo sería posible si esa persona también estuviera dispuesta a hacerlo y poner de su parte para que funcionase. Aunque quizás era demasiado pedir.

Pegó un saltito del susto cuando sintió unos brazos rodear su cintura por detrás. Fue sorpresivo, pero lo fue más aún el ver que se trataba de Akutagawa. El pelinegro no dijo nada, solo permaneció en silencio reposando su cabeza contra su espalda. Y Atsushi tampoco se atrevió a decir algo por miedo a arruinar la situación; aquella era una de las pocas ocasiones en las que se mostraba de esa manera. Akutagawa parecía no poder mostrar sus sentimientos, o más bien parecía tener temor de hacerlo.

Tentativamente movió sus manos y las depositó sobre las contrarias. Sintió como el cuerpo ajeno se tensaba, pero aún así éste no hizo ningún intento por alejarse. Las manos de Akutagawa siempre estaban frías, casi como el hielo.

Soul & Stars [Soukoku; Mpreg]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora