Chapter 7

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Dazai apenas tuvo tiempo de procesar lo ocurrido. No podía pensar claramente, sino que en su lugar veía como sus miembros se movían de manera inconsciente mientras sentía como su corazón podría salirse de su pecho o explotarle en cualquier momento. No... Eso no podía estar sucediendo, no podía ser verdad. A pesar de que trataba de convencerse de ello, descubrió que no podía.

Corrió hacia Chūya, quien se encontraba desplomado justo al pie de la escalera con Saku bajo su cuerpo. El pequeño lloraba mientras movía a su padre en un intento de despertarlo, pero Chūya no abría los ojos ni mostraba ningún otro signo de despertar pronto.

Dazai corrió sin ni siquiera importarle la posibilidad de ser alcanzado por una bala. Podía oír el sonido de las armas disparándose por todas partes e incluso una bala pasó rozando su mejilla, había estado demasiado cerca, más no le importó, dispuesto a llegar hasta su pareja.

— ¡Atsushi, quédate aquí y protege a los demás! —la voz de Akutagawa se escuchó por encima de los disparos. Tan pronto dio su orden, el pelinegro desapareció en una sorprenderte velocidad por la puerta principal, yendo detrás de los francotiradores que los atacaban.

— ¡Está bien! ¡Ten cuidado! —respondió a su vez el peliblanco, también dirigiéndose hacia Chūya y los demás.

Dazai tomó el cuerpo del pelirrojo en sus brazos, la oscura y espesa sangre pronto manchó su propia ropa y manos. De inmediato aplicó presión en su estómago bajo, donde pudo ver que Chūya había sido alcanzado por una bala.

— ¡Chūya! ¡Hey, abre los ojos! ¡Chūya! —le llamó de forma desesperada, mientras la histeria comenzaba a dominar cada vez más a su ser. Había sangre por todas partes y su voz no parecía poder alcanzar al pelirrojo. No, no podía perderlo, se negaba a hacerlo. Las lágrimas comenzaron a caer de sus ojos son poder controlarlas.

Atsushi tomó a Saku entre sus brazos y trató de calmarlo, aunque fue inútil ya que este no dejaba de llorar. Al parecer, no había recibido ninguna herida, cosa que era buena.

El rostro del menor palideció aún más de lo que ya estaba al ver la situación, completamente blanco como el papel.

— Dios mío —sollozó Atsushi, quien de pronto no parecía saber qué hacer— Dazai-san... Chūya-san está... él está...

— ¡No! ¡Aún está con vida! —gritó el castaño, sintiendo un leve pulso provenir de Chūya. Había recibido dos heridas de bala, una en el estómago y otra cerca de su hombro. La herida de su hombro no era letal, pero temía que la otra pudiese haberle dado a algún órgano vital o peor, al bebé. Con cada segundo que transcurría Chūya perdía más y más sangre. Debían de actuar rápido si querían tener alguna oportunidad real.

La vida de la persona que más amaba en el mundo estaba en juego. Hace apenas un momento antes Chūya le había sonreído y todo parecía ir bien en la vida de ambos, pero ahora la situación se había convertido en un caos inimaginable. Dazai quería gritar de la desesperación que estaba sintiendo en su interior, pero no podía permitirse dejarse dominar por las emociones. Tenía que ser fuerte por sobre todas las cosas, Chūya siempre solía decirle aquello.

Ni siquiera estaba pensando, sino que simplemente tomó a Chūya y con él en sus brazos abandonó la sala.

— ¡¿Dazai-san?! —Atsushi le llamó, obviamente sin saber que se proponía a hacer. Pudo sentir que el peliblanco iba tras él. Ya no se oían más disparos, Akutagawa debió de haberse encargado de los atacantes.

Llegaron al comedor y Dazai depositó cuidadosamente a Chūya sobre la mesa de madera, deshaciéndose de todos los demás objetos en ella. Su piel había adquirido una tonalidad pálida y la sangre continuaba emanando, el tiempo apremiaba.

— Dazai-san... ¿Qué es lo que está haciendo? —le preguntó Atsushi al verle buscar y revolver en los diferentes cajones y armarios de la habitación.

Dazai vitoreó internamente cuando logró encontrar el kit de primeros auxilios que recordaba haber guardado en algún sitio del comedor, volviendo rápidamente tras sus pasos. Luego corrió fuera de la habitación y Atsushi le miró con horror al ver lo que había traído con él.

— Dazai-san... No me digas que... en serio planeas... —titubeó el peliblanco, sujetando a Saku aún con más fuerza contra su pecho.

Por primera vez en todo ese tiempo, Dazai levantó la vista hacia él. Había una mirada casi salvaje en sus ojos, no, era más bien una mirada desesperada. La mirada de alguien que se negaba a perder lo que más apreciaba.

Dazai había traído consigo un cuchillo de cocina y una botella de lo que creía era vodka, presumiblemente para esterilizar.

— Voy a salvarlos a ambos, a Chūya y a mi bebé. Me niego a perderlos. Por eso... necesitaré tu ayuda, Atsushi-kun.

Atsushi sintió como toda la sangre abandono su cuerpo. Dazai en serio estaba planeando practicar una cesárea de emergencia a Chūya, con el único objetivo de salvar a ambos...

Soul & Stars [Soukoku; Mpreg]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora