XVI - Nada

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Los sábados no se hacía nada en mi casa. Se supone que yo debía ir a hablar de mis problemas con Gabriela, pero ahora iba si quería, y si no, no. A pesar de que estuviera medio dormida, me acordaba que había quedado con Elizabeth para ir de compras en plan de "amigas". Quería que esto fuera diferente, así que debía proponerme a mi misma que yo sería diferente a como fui con Jack. No era necesario seguir hablando de él ni con Elizabeth ni con nadie.

Después de desayunar me encontré con Elizabeth en el salón de la casa. Salimos y decidimos tomar un autobús en vez de ir en coche, así la travesía sería más interesante.

- ¿Una niña rubia y rica como tú va en autobús?

- ¿Cuál es el problema?

- Podíamos haber ido en tu coche.

- Un mes y ya estás acostumbrada a tener chofer, me gusta.

- No es eso Marina.

- Mira, ahí viene, sube rápido.

Era gracioso porque no sabía a donde nos dirigiamos, solo debía verme segura y no dejar que Elizabeth tome el control de la salida. Hoy mandaba yo.

Durante el trayecto hablamos sobre lo aburridos que eran los clubes de pintura y música a los que iba, sobre como mi familia era millonaria y sobre mi puesto de presidenta en Palace Co.

- Y sí, todo es pasó mientras tú no me hablabas.

- Me lo hubieras dicho, hubiera querido estar ahí en ese momento, no sé, de alguna forma podía haber logrado ayudarte y entenderte.

- No Elizabeth, si de verdad hubieras querido estar para mi no me hubieras ignorado todo un mes.

- Las cosas no son como tú crees Marina.

- Mira, no quiero discutir contigo, en sí no me gusta discutir. Así que al menos te pido que durante todo el día no hablemos sobre algún problema que tengamos.

- Si eso quieres.

- ¿Qué quieres tú entonces?

- Pues yo...

- Aquí es, bajemos.

De verdad no tenía ganas de hablar con Elizabeth sobre como me hacía sentir. Quería sentirme agusto ese día, y su indiferencia no me haría cambiar de estado de ánimo.

Bajamos en la primera tienda de ropa que vi a través de la ventana. Si había una, habían varias cerca. Y así fue.

Entramos en tantas tiendas como pudimos e hice que Elizabeth se comprara toda la ropa que quisiera. Todo se podía hacer si tenías tarjetas de crédito por montones en tu casa y nadie las usaba, y no es por presumir, así era. Yo por otro lado, no debía llevar nada que no sea diseñado por mi madre. Tradiciones.

Una vez que ya teníamos las manos ocupadas por las bolsas lo suficiente, nos sentamos en una banca que estaba en la acera.

- ¿Me descontarán del sueldo por todo esto?

- Te descontarán si se enteran que lo hicimos.

- Eso no suena convincente.

- Pues debería sonarlo.

- Qué graciosa que eres.

- Ya lo sé. Por cierto, ¿por qué tan preocupada del suelo? Vives en mi casa, ni si quiera eres una adulta hecha, ¿tanto importa el dinero en tu vida?

Pude ver como su cara se tornó diferente. Parecía como si se hubiera acordado de algo, e inmediatamente pensé que no me respondería nada y solo cambiaría de tema, pero no fue así.

- Marina, ¿alguna vez te preguntaste por qué acepté trabajar y vivir en tu casa si solo tengo 17 años?

Y en ese momento me sentí la persona más idiota del mundo.

- Pues no...

- ¿Si tengo familia o no?

Y era eso. O eso creía.

No quería hacerme en la cabeza una historia que no era verdad o quería inventarme una que vaya en contra de Elizabeth, pero lo único que creí es que ella no tenía padres.

- ¿Quieres contarme?

Se acomodó en el banco y suspiró.

¿Era esto por lo que se portaba distante conmigo?

- Tengo 2 hermanos menores, los cuales viven con mi madre en Miami. Mi padre nos dejó cuando yo era pequeña y mis hermanos apenas sabían que existían, mi madre rara vez tiene un trabajo estable, y necesito enviarles dinero de alguna manera.

- ¿Hace cuanto no los vas a ver?

Y antes que me lograra responder, sus ojos se llenaron de lágrimas.

La vida era tan injusta. Todo el mundo necesita a su familia. Yo la tengo pero no me siento muy bien con ella que digamos. Ella desearía estar con ellos y no los tiene.

- Casi 1 año ya. Y es estresante, vivir en pleno siglo XXI y no poder comunicarme con ellos, no me responden ninguna carta, y es preocupante. Mi madre se droga y vive alcoholizada. Mi hermana tiene 12 años, y sé que a su corta edad se ha vuelto más madura de lo que debería, pero aún así me preocupa que no pueda ir a verlos.

No me había sentido así nunca. Extrañar demasiado a alguien, menos a mi familia.

- Podríamos ir...

- No, a penas voy trabajando un mes, y no voy a hacer que me despidan por mi familia.

- Pero trabajas para ellos Elizabeth.

Debía pero no quería. Y de alguna forma, gracias a las palabras de Elizabeth, yo también sentía la obligación de hacerlo.

- No lo sé Marina. Toda esta situación es difícil. - Y lo único que se me ocurrió hacer fue tomar su mano, y lo único que hizo ella fue aferrarse a ella. - Marina...

- Mira, tal vez no seamos nada, pero voy a estar para ti siempre que lo necesites Elizabeth.

Elizabeth soltó mi mano y se volvió a acomodar en el banco. Apoyó a su cabeza en el espaldar y cerró sus ojos.

Mientras más la veía, más misterios encontraba en ella, más cosas por descubrir, más historias suyas; y a su vez más quería conocerla.

- ¿Estás bien?

- Iremos. - Dijo de la nada incorporándose de golpe.

- ¿De qué hablas?

- Iremos a ver a mi familia en Miami, y digo iremos porque quiero que me acompañes.

- Pero, acabaste de decir que no querías.

- ¿Vendrás o no?

¿A qué juegas Elizabeth?

- Pues sí, sí quiero acompañarte pero... - seguía confundida con el repentino cambio de idea de Elizabeth.

- Pero solo con una condición. - Me interrumpió.

- ¿Cuál?

- Sé mi novia, Marina.

...

De verdad no tenía palabras que describir lo que pensé y lo que sentía.

Después de eso me agarró la mano y seguía con mi cara de no saber qué pasaba.

Y después de un minuto salieron mis palabras.

- Sí. Sí quiero ser tu novia Elizabeth. - Vi su sonrisa y volvió a acomodarse en la banca, por tecera vez. - ¿No me besarás?

- Yo ya pedí algo entre nosotros, ahora haz algo tú...

Y lo hice. Y pude haber jurado que fue el mejor beso que dí durante toda mi vida. Era sincero, y sentía como nuestras almas eran una sola. Tal vez no fue como en la películas o en los libros, pero fue con ella, tal vez no el primero, pero ya eramos algo.

Al final, solo nos tomamos las manos, y es que no quería nada más con ella.

- ¿Un helado?

My DepressionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora