XIII - Tristeza

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No era el hecho de que no quisiera estar junto a Marina, era el hecho de que yo estaba triste, y ella aún más. La vi por primera vez una semana atrás, y si bien había soñado con su persona, no era lo que esperaba.

Pasé toda la noche dando vueltas en la que era mi cama de ahora en adelante. Ni si quiera era porque extrañara dormir con ella, ni porque tuviera miedo de volver a convivir con alguien. Ella no le importaba el que yo fuera una prostituta. Me vio bailándole a si novio, y si hubiera llegado después no me imagino el qué hubiera visto, pero a pesar de eso decidió acompañarme a la boda de Xen y encarar todas las mentiras de Jack. Tal vez me afectaba que ella tampoco me haya encarado a mi. Y lo estaba necesitando.

A penas dormí unas pocas horas cuando la empleada de la casa ya estaba dentro de mi habitación abriendo las cortinas.

- Ya era hora.

- ¿Desde cuando sabes que recién empiezo a trabajar aquí?

- Desde siempre, ahora levántate, no quiero que empieces mal desde el primer día.

- Me llamo Elizabeth.

- Y yo Marie, y trabajo para los Diamandis desde hace varios años. No te digo que llegarás y me quitarás el trabajo, pero al menos necesito asegurarme que no he fallado en mi trabajo de enseñarte. Ahora levantate y vistete, ya hay quehaceres abajo.

- ¿No desayunaremos?

- Nadie dijo que no. - Y salió de la habitación.

Se veía bien para ser empleada, y no porque ese trabajo fuera malo, ninguno lo es, pero para tener unos cuarenta y pico de años, se mantenía.

Miré el reloj y era normal mi cansancio. No me despertaba tan temprano desde que tenía que hacerlo para levantar a mi madre para que no olvide de mis hermanos. Por suerte en mi habitación había un baño, lo usé, me lavé la cara, me arreglé, y me puse el uniforme que estaba doblado sobre la pila de cajones que había desde el día anterior. No me sentía extraña, sabía que esta sería una gran oportunidad para mi y la aprovecharía. Bajé las escaleras y solo estaba Marie y otro señor más en le entrada de la cocina.

- ¡Elizabeth! Ven rápido.

Antes de que entrara el señor se volteó.

- Elizabeth, él es Mark, el chofer de la casa.

Y sin pensarlo 2 veces me abrazó.

No había pasado mucho tiempo desde la última vez que lo había visto, pero su presencia sí me hacía falta.

- Niña, cómo has crecido.

- ¿Ustedes 2 ya se conocen?

- Sí Marie, ella es mi sobrina.

- Nunca me hablaste de ella.

- Porque sabía que la conocerías pronto.

Él, al igual que yo, no podía esconder la felicidad que sentía al reencontrarnos.

- ¿Sobrina?

- Eso es lo de menos. ¿Elizabeth?

- Elizabeth ahora.

- Me alegro, me alegro de verte.

- Menos mal habías dicho que ya no querías verme.

- Sabías a lo que me refería.

- Tienes razón, mira dónde nos reencontramos.

- Al menos es aquí, y al menos ya no vives allí.

- ¿Ha pasado algo?

- Bueno, desde que te fuiste Robert se ha puesto más enojado de lo que ya era. No te has ido por un mes, pero en 4 días ya se puede notar la baja de clientes, así que con suerte me pagarán a final de mes.

My DepressionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora