08 de Enero del 2017
La vida nos pone piedras en el camino, para hacernos fuertes, para que no nos dejemos caer al primer tropezón. Ya que si todos nos dejáramos vencer a la primera caída ¿Qué sería de nosotros? No podemos estar toda la vida mal porque nos caímos. Acaso cuando éramos chicos y nos tropezábamos, que nos raspábamos toda la rodilla, las manos rojas por el golpe ¿No nos levantábamos? Entonces ¿por qué no hacerlo ahora? Creemos que perdimos esa inocencia que teníamos de chicos, esa esencia que nos hacía mantener de pie, que nos dejaba levantarnos a la primera caída y a todas las siguientes. Pero en realidad no la perdimos, la guardamos, la escondimos en esa caja que dice ''Infancia. No abrir.'' Porque si la abrimos podemos llegar a perder esa ''madurez'' que tenemos, pero ¿Qué es ser maduro? ¿Levantarse después de caer es ser inmaduro? No lo creo. ¿Cuál es la definición de madures? No llorar en público, no reírse, no cantar a los gritos, no bailar al compás de una canción que suena dentro de un bar, no salir con amigos, pensar solamente en el trabajo y en los estudios ¿Eso es ser maduro? No lo creo. No porque dejes de hacer todo lo que te hace bien vas a dejar de tropezar. Porque tropezar es lo que nos ayuda a levantarnos con más fuerzas y si dejáramos de tropezar todo sería muy fácil, pero si algo es fácil es porque realmente no vale la pena. Levántate y seguí cayéndote, que pronto vas a aprender a caminar sin caer, y ahí te vas a dar cuenta que tantas raspaduras valieron la pena.
