V. Dulce infierno

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Título: Ánima

Sumary: Cuando Yui era pequeña fue encontrada y criada por Cordelia, jurando así lealtad eterna a la mujer que le había salvado la vida. Cordelia era su mundo y su muerte, a manos de sus hijos, fue devastadora. Con una última promesa y el corazón de su señora debe volver a aquél lugar dónde todo comenzó para devolverla a la vida, junto a a sus asesinos.

Pareja: [YuixHarem/Todos]

Disclaimer: Diabolik Lovers no me pertenece. Todos sus derechos son del diabólico Reject. Y algún día casaré a la Shui con todos(?) [¿Alguien más se imagina a Reject personificado en Reiji?]

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V. Dulce infierno

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Mansión Sakamaki. Año 18XX.

La servidumbre se había despejado a los pocos minutos bajo su mando, sin embargo aún podía sentir como algunos incrédulos y entrometidos la seguían entre las sombras de la oscuridad.

El absoluto y tétrico silencio de la mansión solo era interrumpido por los leves balbuceos de la pequeña, que se mantenía al margen de todo a su alrededor. Cordelia la miró adusta, con una sonrisa tensa en la cara después de observarla por varios minutos sin saber exactamente que pensar de la recién nacida.

No podía entenderla, como una cría a la que habían abandonado en medio de la nada no debería seguir sonriendo tan brillantemente a pesar de todo. Ella a su edad probablemente tampoco estaba junto a su padre, pues su madre había muerto al nacer, o quizás poco después, en realidad jamás le había interesado aquello, pero tenía a su legión de niñeras y cuidadores, gente a su servicio que se desvivían por su capricho, e incluso ahora lo hacían.

Hilde era un extraño ejemplo.

No es que tuviera la intención de hacerle la vida imposible (o quizás sí, solo por divertirse) pero hasta ella se sorprendía de las criadas preocupadas por el destino de la criatura, como si Cordelia fuera una especie de monstruo sin corazón, sin embargo la bebé no se inmutaba en esa sombría casa que paso a paso se sentía cada vez más pesada. Tal vez eran cosas de humanos.

La chiquilla era extraña, demasiado, ella no recordaba nunca haber visto una sonrisa tan sincera y tan alegre como aquella, ni siquiera en sus propios hijos, aunque tampoco es como si le importara mucho. En cuanto habían nacido y ninguno sirvió para atraer a su marido a su lado los desechó, después de todo lo notable que habían hecho era dejarla a punto de morir del dolor por un mes entero.

Los cortos brazos de la rubia ascendieron en su dirección mientras estaba distraída, y Cordelia encantada aceptó las palmadas suaves que daba contra sus mejillas, ofreciéndole sin saber un poco más de su agradable calor corporal. Las miradas curiosas nunca cesaron, ni siquiera cuando llegó a sus aposentos pues la castaña la miraba entre extrañada y sorprendida porque siguiera con ella en brazos sin lanzarla por un rincón.

—Perdone, mi señora...

Temiendo que aquello no duraría la sirvienta pidió permiso de inmediato para tenerla de vuelta alejando que la bañaría y le daría de comer, se sentía un poco recelosa de que la mujer estuviera tan encandilada, después de todo quién la había salvado a fin de cuentas era ella, sin su ayuda probablemente la demonio la hubiera dejado a su suerte en aquella carretera cubierta de nieve.

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