IV. Árbol de manzanas

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Título: Ánima

Sumary: Cuando Yui era pequeña fue encontrada y criada por Cordelia, jurando así lealtad eterna a la mujer que le había salvado la vida. Cordelia era su mundo y su muerte, a manos de sus hijos, fue devastadora. Con una última promesa y el corazón de su señora debe volver a aquél lugar dónde todo comenzó para devolverla a la vida, junto a a sus asesinos.

Pareja: [YuixHarem/Todos]

Disclaimer: Diabolik Lovers no me pertenece. Todos sus derechos son del diabólico Reject. Y algún día casaré a la Shui con todos(?)

[¿Alguien más se imagina a Reject personificado en Reiji?]

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IV. Árbol de manzanas.

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Al abrir sus orbes tintadas en rosado, Yui no se sentía capaz de reconocer ese extraño lugar. Tenía la vaga impresión de haber estado ahí, mucho tiempo antes de su largo viaje a las profundidades del infierno. Todo en apariencia era blanco. Desde el suelo, hasta la estructura en forma de círculo que la encerraba dentro de ese sitio, a excepción del gran árbol situado justo en medio de todo.

Caminó con cuidado hasta tocar el borde de esa extraña pared que la encerraba, y se extrañó al notar que conforme sus pasos la acercaban el color se desvanecía y una extraña transparencia le permitía ver más allá de los muros. Un curioso revoltijo de lugares conocidos, desde el jardín de rosas, hasta la torre en dónde habitó Khrista, cada uno de los escenarios era una réplica idéntica a lo que ella conocía, sin embargo estaban situados en desorden y rodeando el pequeño espacio dónde ahora estaba encerrada.

Suspiró frustrada, sin saber exactamente qué estaba pasando.

Tan calmada como siempre, amor.

Esa voz...

Cordelia.

Los ojos violáceos que antes solo recordaba en ensueños la veían fijamente, pintando la alegría en su rostro. Aquél travieso brillo que tanto amaba ver en su mirada era aún más espléndido al observar su sonrisa torcida, pero sincera, con los ligeros rastros de sus colmillos al asomarse entre sus carnosos labios y la delicada mano de su señora otorgando sin palabras, el honor de ser tomada.

La mujer que tanto anhelaba se encontraba finalmente ahí, frente a ella, debajo de aquél árbol de manzanas sin fruto. Yui no perdió ni un segundo antes de lanzarse contra ella, olvidando el protocolo, los modales y todo aquello que le habían enseñado, tal y como solía hacer cuando era una niña. Corrió hasta ella, tropezando en ocasiones, pero sin perder el ritmo de su desesperado paso. La abrazó, con fuerza, llorando con tal sentimiento que parecía haber perdido algo en vez de recuperarlo, sentía que sí se atrevía a soltarla tan sólo un poco esa hermosa ilusión se desvanecería.

La demonio, a pesar de la sorpresa inicial y su mano colgando en el aire siendo anteriormente ignorada, correspondió aquél gesto con ligereza, acariciando tenuemente la espalda de la pequeña rubia que sollozaba. No pudo evitar que se le escapara una sonrisa de ternura, y el pecho se le inundó de autosuficiencia.

Sus pequeños se pudrirían de la envidia al saber que ella realmente la extrañaba. A veces se preguntaba cómo se volvió todo de ese modo, como alguien que se consideraba superior al mundo se había hecho cargo de una molesta bebé y había terminado enganchada por ella.

Ah, lo recordaba con claridad. Los días en que Yui solía actuar de ese modo...

Mansión Sakamaki. Año 18XX.

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