❝Te robaré y me complaceré contigo❞
Él es un hombre intocable, con su voz de ángel y su sonrisa felina. Nadie que tenga buen juicio sería capaz de rechazarlo. El problema es que ser una pieza del ajedrez de "Chen" (como es mejor conocido por sus fan...
Eran las cuatro de la mañana y ya estaba de pie. Los nervios no lo dejaban dormir, ¿Y quién podría dormir cuando está a nada de conocer a su más grande ídolo? Desde el día del concierto, su mayor anhelo era tenerlo cerca una vez más, se había prometido ahorrar como loco hasta conseguir nuevamente el costo de un boleto V.I.P. Ahora ya no tendría que hacerlo porque lo vería sin necesidad de costearse una entrada.
Se paró delante de la cajonera en la que estaba metida su ropa y la abrió analizando cada prenda; debía ir perfecto en su primer día. Su suéter naranja fue la primera opción, pero ya estaba demasiado viejo; después estaba esa chamarra azul con letras, no, muy extravagante; tenía también sus camisas blancas de manga larga que usaba para el restaurante, bah, era como traer el viejo trabajo al nuevo. Suspiró recargando sus manos sobre sus caderas, al parecer no tenía nada decente para usar.
Dio media vuelta y entonces recordó: ¡La camisa rayada! Hace muchísimo que no se la ponía, así que debía parecer nueva. Rebuscó en los cajones haciendo a un lado todas las demás prendas hasta que dio con ella. En definitiva, se veía mucho menos usada que todas las demás, lo único que no le gustaba eran las mangas cortas, nunca fue fan de mostrar su cuerpo, y sus brazos le apenaban por verse pálidos y escuálidos.
De todas maneras, estaba seguro que Chen no le pondría los ojos encima ni aunque estuviese vestido de la manera más "escotada", ridícula o rara posible. Así que terminó poniéndosela; igual era su única opción por el momento.
Una vez que estuvo vestido, con un pantalón negro debajo, se miró en el reflejo del pequeño congelador y sintió que algo le hacía falta, se veía simple. Deladeó la cabeza de un lado a otro inconforme, y entonces sus ojos se toparon con una cinta que solía usar para sujetarse el delantal del restaurante. Era de un azul más oscuro que las rayas de su camisa, pero sin duda combinaba; el toque que le hacía falta a su conjunto. Se lo ató cuidadosamente alrededor del cuello y le hizo un moñito pequeño para decorar.
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ㅡListo.
Pasó los siguientes treinta minutos ordenando la ropa que había hecho bolas en sus cajones, y la hora restante que le quedaba se la dedicó a arreglarse el cabello de mil maneras, hacia atrás, de lado, con piquitos en la cima, pegado a las cienes, en fin. No encontraba nada que lo complaciera y para cuando se percató del reloj ya era demasiado tarde como para seguir parado frente a su reflejo.
Salió corriendo de su apartamento y prácticamente voló escaleras abajo. En todo el camino del metro no dejó de pasarse la mano por los cabellos en un intento de componerlos, pero sólo logró echárselos todos sobre la frente sin que parecieran muy desordenado. Wow, estaba bastante ansioso, su respiración no paraba de hacerlo ver como si viniera de una rutina de gimnasio. Le tiritaba el labio inferior y las piernas se le entumecían, por si eso no fuera suficiente, el rubor natural de sus mejillas lo acababa de delatar.
Su temblorosa figura se detuvo en la entrada del edificio, LuHan le dijo que lo esperara ahí porque aún no tenía tarjeta y era muy probable que el guardia no lo dejara pasar. Tragó duro, sintiendo su manzana de adán moverse de arriba y abajo notoriamente. Secó el sudor de sus manos en sus muslos y su inquietud casi lo hizo perder el aire.
