❛ You call me MONSTER ❜［CHENMIN］

Capítulo 5. - Después de todo.

ㅡMin, ¿Estás seguro que es por aquí?

Después de lo que había pasado LuHan estaba decidido a llevar a su amigo hasta su casa, no descansaría el resto de la noche si no lo hacía. Aún traía en mente la imagen de MinSeok pegado a los labios de ese tipo con gorra, ni siquiera le vio la cara, bien pudo haber sido un anciano.

Ahora se recriminaba por ello, Min no aceptaría salir con él nunca más; se suponía que debía cuidarlo porque en primer lugar fue él quien lo convenció de tomar. Además, tampoco le había ido muy bien después de todo, porque sentía una presión en el pecho desde que entraron al club, inició justamente en las escaleras y ahora se había vuelto tan intensa que dolía.

ㅡMin... ㅡ. Insistió porque cada vez estaban más lejos del centro de la ciudad, y después de bajar en aquella estación de metro tan descuidada ya comenzaba a tener sus dudas ㅡ Gatito yo no creo que tú vivas por aquí, ¿O sí? ¿No te equivocaste?

El más bajo levantó la cabeza parpadeando varias veces y reconoció su feo y maloliente barrio al primer vistazo. Asintió flojamente apoyándose para caminar y sintiendo que sus pies fallaban cada dos pasos. ㅡ Shoy basuhra ㅡ Soltó de repente sorprendiendo a Lu. Apenas si podía entendérsele con ese tono de borracho que se cargaba. ㅡAshí que vivo en uhn bashurero... hip.

ㅡNo digas eso MinSeok. Tú no eres ninguna basura... ㅡ Negó mientras seguía andando a paso firme. Sus pies a veces se encontraban con los ajenos y sentía que, de seguir así, ambos terminarían en el suelo. ㅡ Eres el príncipe gato y yo soy tu guerrero ciervo... ㅡ. Era inútil continuar caminando de esa manera, quería cargarlo entre sus brazos y llevarlo al estilo princesa, pero Min volvió a hablar diciendo algo mucho menos coherente esta vez.

ㅡMete tu, hip, mano en mish pantalonesh.

ㅡ¿Qué? ㅡ Su rostro se tornó medio rojizo a la altura de los pómulos. Sabía que el bajito no diría eso en sus cinco sentidos nunca, era el alcohol hablando por él.

ㅡMish pantalonesh ㅡ. Repitió con una risita tonta y tomó la muñeca de LuHan guiando su mano hasta uno de sus bolsillos.

Él no quería tocar a Min de esa manera, es decir, cuando iba en secundaria sí lo pensó, pero sólo porque era un adolescente idiota y con las hormonas todas alborotadas y... su amigo se retorció porque sus dedos le hacían cosquillas sin querer. Rio nerviosamente y justo entonces tanteó el contenido del bolsillo dando con un llavero.

ㅡEshas ㅡ. Señaló las llaves que Lu veía con cara de incredulidad y también cierta vergüenza, pero él no se daba cuenta. En esos momentos no estaba para leer expresiones o para ponerse a analizar la situación. Lo único que quería era subir y botarse a dormir en su cama de resortes chillones ㅡ Van ashá arriba. Giras y, hip, ¡Abresh!

MinSeok dio una vuelta y de no ser porque LuHan logró tomarlo de la cintura su cara hubiese estrellado contra el asfalto lleno de porquería frente a él.

Después de sentirse muy muy apenado por el curso que tomaron sus pensamientos con las palabras de su antiguo mejor amigo, logró reaccionar y lo ayudó a subir varias escaleras hasta llegar al sexto piso donde Min señaló una puerta de metal blanco medio oxidado.

No podía creer que él viviera en un lugar así. Apestaba a kilómetros y todo era, sin querer ofenderlo claro, realmente un basurero. Las alarmas sonaron en su cabeza y de inmediato se dio cuenta de que no había nadie al interior de aquel pequeño cuartucho, la madre de su amigo no estaba. Y quizás ahora que no andaba tan calladito como siempre, podría preguntar aunque ya se imaginaba la respuesta.

Lo dejó sobre su cama, que hizo un sonido extraño como si fuese a romperse. Por suerte resistió ㅡ ¿Y tu mamá Min? ㅡ Cuestionó lo más casual que pudo, sin dejar de recorrer el sitio con la mirada. Lo más "nuevo" que tenía ahí eran un par de posters y una colección de cinco cd's. Todos del mismo cantante: "Chen: el ángel de la nación". De pronto se preguntó cómo era que el de mirada felina se había mantenido callado con él diciendo pestes de su aparentemente idol favorito. O no era tan fanático como parecía, o no le había puesto atención. Lo segundo se oía más lógico.