DULZAINA

4 2 0
                                    

Así era mi abuelo

y su dulzaina,

como la tarde que no se lamenta,

como el infortunio momento de no predecir la felicidad,

porque ella existe

así tan natural,

tan simple,

sin castillos,

ni canoas rotas.

Sus piernas eran un par de terremotos que me mecían,

su voz de azúcar y su saliva

que me silbaba océanos y primaveras.

Era el mejor blues

de todas mis edades.

.ZipDonde viven las historias. Descúbrelo ahora