FONDO DE NO SER CON JEAN PAUL SARTRE

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Paul, me confieso ser tan heterogénea como vos. A veces con sospecha de no ser sencilla ni auténtica. Ambiciosa al carajo. Ególatra de la estupidez.

También tengo hambre de crear, lejos de sistemas filosóficos pero si de un maldito beso bien dado a la exclusividad.

No puedo ver una pantalla en blanco porque ya quiero escribir; con flojera o voluntad, con renacentismo o ridiculez.

Son como estas líneas que salen de mi utopía barata por digitar algo, como si la rabia se me saliera por los dedos. Cierto, nada de lo que escribo me gusta y no me importa; lo sigo haciendo por carácter, por nebulosidad, por no tomarme la cerveza de la desesperación y luego, quiera una más, y otra y la que sigue.

Figura y carácter hasta el mausoleo de mis cenizas, porque eso de sepulturas no va conmigo. Igualito a vos, soy esa mezcla de baratijas emocionales, que no da con sus miedos pero tiene pie de guerrillera.

Fundamentalista de mi género pero con pasión y desbordante erotismo. Eso sí, al diantres la reprensión, esa vergüenza no me enmascara. ¡Ah no...! pero también, sentimental y coqueta, femenina de margaritas y a la espera de un buen sexo.

¡Cómo peleo con mi voluntad, dirías, la mía...! No hay nada de filosófico si dejo un día de no bañarme pero amansar mis ideas es como montarme en un toro mecánico y dejarme caer sin pelea. Claro que te gustaría mi época.

Te soy sincera, en otras ocasiones he estado más segura de mí misma y lo he confesado: me ladran y huyo; retrocedo de reojo, nada más de reojo y luego arremato.

Ese creer de que tengo miedo pero no lo tengo, de que me hieren pero sigo blanda y amando.

Porque sé amar mucho más de lo que se jactan en callarlo muchas mujeres. No lo digo pero lo escribo.

Si me atenazan de superficialidad que lo hagan, que me insulten, les daría besos audaces para callarlos.

Me reprochan de desbordes ciegos e impulsivos y puede ser que sea incapaz de doblegar mis emociones como decirle a un hombre de a primeras que le amo y sea insensible o si le digo, y ya para qué.

Huraña... gata, guepardo o un simple pato de lago dulce que saluda a su cazador. No sé que soy para conmoverte pero lo haría si esta carta fuera para mí. Mi riesgo es decírtelo después de casi un siglo. Y te lo expongo: deja de perder esa carta que no existe. Le llegó a una Simone Jolivet.

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