A E$E HEREJE DEL OTRO DÍA

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Siéntate en el suelo donde resbalan tus ideas,

háblame de tus complejos de galán seductor,

de tus ínfulas de Dandi acosado.

Entiende:

¡Mis ganas no son susceptibles para tu insuficiencia!

¿Qué te crees, patán de mujerzuelas?

Acaso piensas que me interesa abrirte las piernas y tener hijos contigo...

ni con mil credos iría a tu cama,

Titán de gansos alocados.

No conoces la altura de mi cordillera,

ni el albedrío al que me someto -escalador del otro siglo-,

soy dueña de mí misma,

de mis óvulos y tactos.

A vos, sí...

a vos hereje del otro día,

sigue buscando el hoyo de tus pérdidas,

en el huacal de tus condiciones,

y entra allí de una vez,

para que adormiles tu libertad.

Encontrarás tu otra perfecta,

con el abrazo clásico de antaño

que se conforme con tu semen y tus heladitos de sorbetera.

Opto por la soledad y no por las migas del pan añejo.

Encontraré mi otro imperfecto que se atreva

a ser turbulencia en mi río

y navegaré sin miedos

-dentro, fuera, a lo inverso, sobre él, al lado, detrás, por la orilla-

en la continuidad de su marea,

cada día y para siempre.

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