Cap. 5

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Me levanto como todas las mañanas. Sino no estaría viva, vale lo entiendo dejo el chiste. Me estiro para despejarme, y algo ven mis ojos que desencaja mis esquemas. Desde mi ventana puedo ver perfectamente a mi vecino sin camiseta. Es un chico joven, con el pelo oscuro y piel de color medio, con un torso bastante definido. Pensaba que esos chicos solo existían en los libros. Me acerco un poco mas al cristal para poder analizarlo mejor. Parece que también acaba de despertar.

De repente, su mirada choca con la mía, pero por muy roja que se me esté poniendo la piel, no puedo apartar los ojos de mi descubrimiento, y por lo que da a entender, él tampoco. Pasan segundos que parecen horas y es como si en una sola mirada, hayamos descubierto un mundo el uno del otro.

Al fin mi cuerpo reacciona y bajo la persiana fugazmente dándola la espalda. Suspiro. ¿Qué demonios ha sido eso?

Mi cabeza no es capaz de quitarse esa imagen, esos ojos oscuros que parecían que podian atravesarme cual aguja.

Me visto lo mas rápido posible, poniendo lo primero que veo y bajo a desayunar. Aún me siento un poco perdida.

-¿Deni? ¿Estás bien? Parece que has visto un fantasma. -Me pregunta mi madre.

-Dime que no, que no puedo permitirme volver a mudarme aún. -Añade el dramático de mi padre.

Yo sigo mirando mis cereales haciéndoles caso omiso. Tantas cosas a primera hora de la mañana, bueno, de mi mañana, son difíciles de procesar.

-Todo bien. -Respondo sin apartar la mirada de mi cuenco.

¿Por qué ese chico me hizo sentir así? Aunque la pregunta sería, ¿desde cuando un chico me hace sentir así?

Termino mi desayuno y me doy un ducha fría. Tras esto, vuelvo a mi cuarto para ponerme algo cómodo,  pero algo en mi interior me dice que me vuelva a asomar a la ventana. Aparto con cuidado las cortinas para mirar bien, pero no, no veo absolutamente nada.

Estúpida,  deja a ese chico en paz.

(...)

La tarde se hace mas larga de lo esperado, de nuevo.

Miro mi móvil para comprobar que no tengo ningún mensaje, y así es. Busco en mis contactos y doy a llamar.

-¿Jay? ¿Puedes hablar? -Pregunto un poco inquieta.

-Pues... ahora mismo... Deni, yo... -Su voz parece un poco sofocada.

Oh dios, espero que no esté haciendo lo que de verdad creo que está haciendo.

-Jay, estas... ¿haciendo de vientre? -Me paso la mano por la cara esperando que su respuesta no sea afirmativa.

-No. -Niega rotundamente. -Eso solo fue una vez, no me lo restriegues constan... -Antes de que termine la frase, una voz femenina responde.

-Esta ocupado, chao. -Y corta.

¿Pero qué? ¿Quién se creía esa tía para coger el móvil de mi mejor amigo y colgar?
De verdad que estoy realmente furiosa, tengo ganas de matar a alguien. Si hace falta, voy hasta donde esa idiota y la hago cachitos. No os confundáis, no son celos. Mi mejor amigo es un mujeriego y no me importa, pero nunca permite que una chica tenga faltas de respeto en mi contra.

No entiendo como ha permitido esto.

Bajo las escaleras hacia la calle y me siento en el porche. Respira aire fresco me vendrá mejor.

Miro a mi alrededor, llevo aquí ya tiempo y no conozco a ningún vecino. Y desde luego, no se me va de la mente el chico de mi ventana.

Me pongo a divagar en como sería si estuviera aquí el cuarteto maravilla, en las fiestas que montaríamos, las salidas a correr por las mañanas con Nick, las locuras de Jay, los consejos de Ian, las comidas que prepara Logan...

Gordos, y felices. Así nos veríamos.

Entre tanto, alguien me toca el hombro y me sobresalto en seguida.

-Perdona, no quería asustarte. - En cuanto giro mi cabeza, mi corazón empieza a latir con rapidez y noto como un cortocircuito en mi cabeza. ¿Qué demonios me pasa?

Tras unos treinta segundos de completo silencio e impacto por mi parte, consigo recuperar el habla. - Hola. - ¿Eso es lo único que se me ocurre decir?

El chico sonríe. Bueno, más bien se está riendo de mí. - Se nos ha colado el gato en tu jardín, mírale. Solamente vengo a por él. - Señala al lado de los rosales, dónde se encuentra un minino grande, blanco y gordo.

Miro perpleja al chico. - Cógelo. - En serio, no estoy siendo nada sutil con mi lenguaje.

-A eso iba. - Vuelve a reír y me guiña un ojo.

Basta. No puedo seguir siendo a sí de tonta. ¡CEREBRO REACCIONA!

-Espera, eres el chico que vi esta mañana desde mi ventana, ¿no? - Bravo, unas palmaditas en la espalda para mí.

-Sí, Axel. ¿Cuál es tu nombre? - Si no para de sonreír, no se lo diré nunca.

Dónde no me encuentrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora