Sospechosa amabilidad

12 1 0
                                    

-Afuera hace frío, será mejor que te quedes otra noche aquí-. Sugiere sonriente el viejecillo que me ha acogido en su... Cabaña, por llamarla de algún modo, y yo respondo cuidadoso:

-Lo lamento, no puedo, no tengo tiempo, le agradezco la comida y haberme recibido en su morada, pero me tengo que retirar...- Digo terminante, pero parece que él no tiene los mismos planes.

-Por favor, quédate, creo que te será un poco difícil irte si te vas ahora, hay muchos militares buscándote.- Dice, y yo empalidezco intentando no perder la compostura.

-¿Porqué dices que están buscándome a mi?- Pregunto sin dejar ver el miedo que me empieza a ahogar.

-Porque han traído con sigo muchos carteles de "Se busca" con recompensa- Nunca creí que me buscasen tanto, y si los han pegado hasta en el bosque parece que es una búsqueda seria, casi desesperada.

-Yo creo que me estás confundiendo.- Digo intentando evadirlo del todo, y aunque parece que se convence por un momento, se queda callado y se acomoda en su silla.

-Bueno, pues te pareces mucho. Mejor ponte cómodo, sólo tardarán unas horas en rastrear todo el bosque, nunca llegan hasta acá, sólo pasan por los alrededores.- Dice mientras toma un madero de su izquierda y lo lanza a la derecha sin levantarse de su asiento, para avivar la braza que mantiene cálido el lugar.

-Tienes razón. Gracias.- Concluyo y me siento al lado de mi joven cachorro.

Me acomodo un momento abrazándolo y viene a mi memoria lo que hace dos días abandoné. Nunca estuve seguro de querer irme de su lado, de la gente que quiero, de hecho nunca lo quise, pero dudo mucho que pudiesen estar tranquilos conmigo en casa, escondiéndome cada vez que rondara la milicia por los alrededores, creo que no se merecen eso. Voy recordando cada detalle de sentirme por primera vez en un núcleo familiar, cuando veo que el viejecillo se acerca curioso a ver mi ensimismamiento, pero no le presto atención. 

-Joven.- Dice midiendo cada letra como si intentase pedir algo o darme algún consejo. Al fin logra encontrar palabras y sólo dice. -¿Tu me recuerdas?- Me cuestiona sin quitarme la mirada de encima y comienzo a estudiar poco a poco buscando rasgos en su cara que me recuerden si lo ha visto en otra parte.

-Creo que...- Me limito a contestar buscándole entre mis recuerdos más viejos, pero no encuentro nada que apunte hacía su rostro.

-Quizá esto te refresque un poco la memoria, pequeño Oliver.- Dice y algo en su tono me comienza a ser familiar, desde su asiento saca de una caja sobre la mesa un par de lo que parecen ser dos cuadernos empastados en cuero. Hacía mucho que no veía uno de esos, desde... Desde el doctor Cosco. 

-Vas recordando, pequeño Oliver.- Abre el cuaderno y busca algo entre sus notas escritas a mano en caligrafía manuscrita perfectamente acomodadas sobre el renglón. Me lo pasa con una fecha de hace unos 7 u 8 años, y yo lo leo con la calma con la que fue escrita. Es un diagnóstico especialista de mi trastorno, desde entonces ya se veían las causas probables de mi "Enfermedad" y se buscaban probables curas, sin embargo, nunca se encontraron. Son varias las páginas las que tiene escritas con mis avances, y llega el momento que parece más un relato fantasioso que un diagnóstico especialista, en donde se me atribuyen capacidades superiores, como poder controlar las mentes de otras personas inconscientemente, e incluso mientras duermo. Hasta que llego a una página en blanco y ya no hay más escrito.

-Cuando empecé a escribir acerca de tus... "Poderes especiales".- Me comienza a explicar el viejecillo al que ya reconozco. -La facultad de psicólogos me comenzó a creer un loco, me mandaron a terapia y cuando intenté explicarles de lo que eras capaz me dijeron que tenía dos opciones, internarme en el hospital psiquiátrico o retirarme y dedicarme a relajarme. Que en ambos casos la facultad pagaría todos los gastos. Rechacé ambas alternativas, porque yo no estoy loco.- Dijo mientras parecía perderse en el tiempo entre sus recuerdos.

-Lo lamento doctor Cosco.- Le digo y le compadezco, perdió su empleo por mi culpa. 

-Entonces sí me recuerdas.- Me dice saliendo de su trance y mirándome fijamente.

-Sí y le entiendo, creo.- Contesto.

-Perfecto, podrás mostrarles entonces que no estoy loco.- Se levanta y me toma fuertemente de los hombros.

-No creo que sea lo mejor.- Le digo e intento liberarme de entre sus manos, pero no lo logro. Es más fuerte de lo que parece.

-Sí, es lo mejor, y me creerán y me aceptarán y seré respetado de nuevo.- Dice mientras su mente parece perderse idealizando lo que acaba de decir.

-No.- Digo mientras hago otro intento por librarme, no quiero entrar a su mente, está entrenado, ha pasado mucho tiempo a solas planeando esto. No sé que hacer, pero tengo que hacer algo rápido antes de que me entregue a las autoridades y eche todo mi plan a perder...

¿Crees que estoy loco?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora