CAFFETTERIA

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Hotel de Milán

05:20 pm.

Café no, joder, un puto té, eso es lo que quiero. Quiero un puto té de verdad, no éste aguachirri, pero bueno, mejor esto que nada, supongo. Dicen que el mejor café lo preparan en Italia, pero no me apetece comprobarlo a esta hora de la tarde y luego tener una taquicardia o algo peor, esas cosas que hace el café a la gente. El café es malo. Los demás están en las habitaciones y me he bajado a la cafetería del hotel, a leer un rato y ver si me inspiro o algo. Bueno y porque no me apetecía escuchar los ronquidos de Bonehead ni oler la peste de las zapatillas de Liam por más tiempo.

Vorrei qualcosa di più, signo'? ―me dice una camarera con una sonrisa. No sé si me está diciendo que si quiero azúcar o si me está quitando los malos espíritus de alrededor con algún tipo de conjuro.

―¿Perdón? ―pregunto, educado.

―Eh... Querer... tú... eh... más...

Frunzo el ceño, luego levanto la mano y la aireo. No, no quiero nada más. La chica pone una mueca de disculpa y se va un poco turbada. Claro que ella no tiene la culpa de que yo no entienda italiano, sólo tiene la culpa de no hablar inglés. No quiero parecerle descortés, así que, aunque está alejada, le digo que muchas gracias. Se gira y me mira, pero no parece demasiado contenta. Vaya, la he ofendido. Seguro que después le va con el rollo a sus colegas: «Ha estado Noel Gallagher en mi trabajo y es un gilipollas». No me sorprendería nada. A la gente le gusta hacer ese tipo de comentarios sin conocerte de nada. Aunque, tampoco mienten, en ocasiones soy un puto gilipollas.

Unas chicas me miran en la mesa de al lado. No son italianas. No sé de donde son. No hablan inglés, no hablan nada anglosajón. Me he quedado mirándolas más de lo que debería y se han dado cuenta. Se han reído de forma nerviosa. La manera en la que han pronunciado "Gallagher" suena a como lo pronuncian en Mallorca, en la parte donde la gente habla español. Sonrío porque me han reconocido y no quiero parecerles descortés también a ellas. Se ríen otra vez. Es ese tipo de risitas que me ponen un poco nervioso. Abro el libro, fingiendo que estoy demasiado ocupado como para entretenerme firmando autógrafos. La verdad, si tienen consideración, no vendrán a pedírmelo.

―Scusi, signore Gallagher ―escucho. Ruedo los ojos y levanto la vista de las páginas del libro con algo de hastío. Me retracto cuando veo que no son las chicas, sino una mujer con el uniforme del hotel―. La restaurante... está dispuesta para... la hora.

―¿Qué? ―le pregunto. Luego me doy cuenta de que eso suena mal y le digo: ―¿Perdón?

Tranquila. Grazie. Si lo dico io ―le dice Giovanna a la chica de recepción. Giovanna es la intérprete que nos acompaña a todas partes desde que hemos llegado a Italia. Tiene esa belleza extraña típica de las mujeres mediterráneas. Me sonríe cálidamente y me explica que el restaurante estará listo para la cena en una hora. Asiento conforme y le dedico una sonrisa.

―De acuerdo, gracias. Supongo que avisaré a los demás ―le digo.

Se ríe.

―¿Acaso te guardarás ese secreto?

―Puede... ―le digo. Sonrío cerrando el libro, sin marcar la página por la que voy. De todos modos, apenas he leído un par de frases―. Aunque son insoportables cuando tienen hambre, la verdad.

Vuelve a reír. Es una chica agradable. La gente en Italia es agradable a medias. Son muy campechanos, tanto que resultan ser demasiado bruscos. Sobre todo en las tiendas. Giovanna es agradable, no me importa tener una conversación con ella. Tener una conversación con alguien que habla inglés y que no es Phil o Maggie, para variar. De hecho me está preguntando si se me hace demasiado difícil entender a la gente. La verdad, era mucho más difícil entender el neerlandés, pero no se lo digo. Le digo que no me es difícil entenderles porque los italianos hacen muchos aspavientos y gestos con las manos. Se ríe y admite que tengo razón. Además hace un gesto con la mano, así que no cabe duda de que la tengo. Me cuenta más cosas típicas de los italianos y no sé cómo terminamos hablando de Irlanda. Es una chica con muchas ganas de saber. Yo soy un chico con muchas ganas de enseñar, así que me agrada que me escuche. Nos reímos mucho.

―¿Es bueno el restaurante del hotel? ―le pregunto.

―No está mal... ―me dice―. Sí, no está mal ―confirma haciendo una mueca aceptable.

―¿Conoces alguna osteria mejor? Podría hacer el esfuerzo de escaparme contigo...

Dios mío, sí, le he tirado la caña. No he podido resistirme. Le sonrío y ella se queda mirándome un poco confundida. Quizá la he molestado. No es mi intención, así que hago un gesto con la mano y le pido que lo olvide. Ella inspira aire y me sonríe amable.

―A lo mejor tienes planes con alguien, claro ―le digo. No sé cuánto dura la jornada laboral suya. Lleva todo el día con nosotros, quizá quiera volver a casa, con su novio, sería normal.

―Eh... ―se sonroja. Me he metido mucho en sus cosas―. Bueno sí, quizá sí... tengo planes con alguien.

Se ríe. Yo sonrío. Es muy agradable.

―Debe ser alguien muy importante si es más interesante que yo ―le digo, subiendo la barbilla, con media sonrisa ladeada y achinando la mirada antes de reírme. Ella también suelta una carcajada. Creo que le gusto.

―Quizá... ―dice. La noto algo esquiva por un momento. Arrugo la frente ligeramente confundido. Vuelve la vista a mí y sonríe. Nos quedamos unos segundos así, mirándonos con una sonrisa en la cara. Como si no nos hicieran falta palabras, ni idiomas, para entendernos. Sólo el silencio, el tiempo y nuestros ojos claros diciéndolo todo.

―Entonces... ¿no te he convencido para que nos escapemos?

―¡Ah, Noel! Estás aquí ―escucho. Me giro para ver a Maggie―. Me han dicho en recepción que la cena es en una hora.

―Estaba pensando en cenar por ahí...

―¿Por ahí? No sé si es buena idea que salgáis todos a cenar por ahí porque mañana súper temprano tenéis que ir a la radio y luego a hacer la prueba de sonido donde tocáis. Mi deber es manteneros sobrios el mayor tiempo posible antes de un concierto. ¿Qué tal si cenas por ahí mañana después del concierto? ―pregunta sabiendo que eso es imposible.

―Es una mierda esto, Maggie, ser un rockstar es peor que ir al colegio... ―me quejo, como un niño de primaria―. Eres una controladora... ―la acuso, ella sabe que es broma, pero aun así rueda los ojos y mira a Giovanna como si no pudiera soportarme. Yo sé que es broma y ruedo los ojos como si no pudiera soportarla. Maggie se sienta con nosotros.

―La cena aquí es una gran idea ―apoya Giovanna sonriendo. No sé si me está dando calabazas o de verdad se ha puesto del lado de Maggie. Me encojo de hombros con resignación. No creo que haya un tipo más interesante que yo por ahí... Le dedico una sonrisa más. Tendré que esperar al postre para volver a echarle la caña.


Oh, my Brotherly LoveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora