Hotel de Milán
8:00 am.
¡Joder, qué bien he dormido! Creo que es la primera vez en meses o años, no sé cuánto tiempo llevamos de gira, que duermo bien y me levanto sin resaca. He sido capaz hasta de conjuntar los calcetines con los calzoncillos, todo un reto que no superaba desde que tenía quince años. Empecé a beber muy temprano.
Bajo a desayunar con una cara espléndida, mejor que las pibas en los anuncios de compresas. ¿A qué huelen las nubes? No lo sé, ni me importa, porque en Italia hace sol. Me he encontrado a Guigs en el pasillo, está contento, como siempre. Bajamos juntos hablando de tonterías. Me gusta hacerle chistes sobre su afición al cricket. Es increíble, creo que es el ser de Reino Unido que más sabe sobre ese deporte. A él le cansa esto de la gira más que a ninguno, pero porque Guigs nació cansado, o eso o que fuma mucha marihuana. Por eso también está contento. Cansado, pero feliz. En la vida no se puede tener todo.
A medida que llegamos a la recepción, nos encontramos a Liam y a Bonehead que son tan ruidosos como de costumbre, incluso a las ocho de la mañana.
―¿Qué hacéis? ―pregunto.
―¿A ti qué te importa? ―me dice Bone con un falso gesto de fastidio.
―Os odio a todos ―le digo.
―Y todos te odiamos a ti, abuelo ―me dice mi hermano. Su gesto es menos falso que el de Paul y, por eso, le dedico una peineta con el dedo.
Habría dado lo que fuera por no desayunar con Liam, pero no contento con ir molestándome desde la recepción hasta el comedor, se sienta a mi lado y me mira pestañeando como si flirteara conmigo, lo cual me produce ganas de tirarle la servilleta por la cara para no verlo. Y lo hago. Se la quita con molestia y se despeina, aunque parece que eso no le importa mucho. Me mira enfadado de verdad. Él es así, puede molestarte durante quince minutos seguidos pero no aguanta ni medio. Se cree especial o algo y aquí se olvida de que el especial soy yo.
―Noel, eres el tipo más cortarrollos del mundo ―me dice, y habla en serio, lo cual me sorprende. Le miro fijamente―. En serio, ¿qué te pasa? Sólo me caes bien cuando vas hasta el culo... el resto del tiempo pareces un abuelo mirando una obra que se queja de que no ponen los ladrillos como quiere. ¿Sabes cómo te digo?
―¿Qué clase de comparación es esa?
―¿Sabes que según creces te pareces más físicamente a papá?
―Calla, Liam... ―le digo cansado, rodando los ojos.
―Sois igual de feos. Si me apuras, ese bastardo es más guapo que tú.
Si hay algo que puede joderme el día, aunque haya dormido mejor que nunca, es Liam. Sin duda. Porque yo estaba de muy buen humor, hasta que me ha hablado éste gilipollas. Me he puesto a remover el té de mi taza haciendo caso omiso a su existencia, sin contestarle nada, y por suerte ha preguntado a Guigsy por cricket. Al lazar la vista de la onda hipnótica que hacía con la cuchara dentro de mi taza de té con leche, veo a Gio que entra al comedor. Lleva puesto un vestido ceñido que... bueno, la verdad es que me ha dejado un poco sin palabras, pero si fuera italiano se me habría escapado un: «¡Oh, mamma mia!». Levanto la mano y la saludo, aunque me pongo en evidencia delante de mis compañeros en la mesa, y cuando me doy cuenta de que he separado el culo del asiento, tardo un segundo en volver a posarlo, pero es tarde, se han dado cuenta. Liam suelta una risita y me mira como se les mira a los niños cuando quieres molestarlos. Luego mira hacia Giovanna y también saluda, imitándome. Gilipollas. Ella sonríe y se acerca, pero creo que viene más directa a mí que al resto.
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Oh, my Brotherly Love
FanficSi vas a jugar con las drogas, juega. Si estás dispuesto a divertirte, diviértete hasta el final. Si se te va la cabeza, deja que las cosas sean como parece que tienen que ser. Si vas a repetir constantemente que estás loco por ellas, disfrútalas. ¿...