Lo que debí decirte

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¿Recuerdas cuando me mostraste tu lado malo?

Fue dos días después del taller. 

Habían entregado las notas del último examen. Tú habías sacado la nota más alta, como era de esperar. En cambio, yo reprobé.

Al finalizar la clase, el profesor me lo explicó. O levantaba mis notas, o me despedía del basket.

No lo dudé ni un segundo. Salí de allí a toda velocidad. Mis amigos me estaban esperando en la puerta para invitarme a salir. Pero los rechacé. Por ti.

Te busqué entre la multitud hasta que te encontré. Estabas guardando unos libros en tu casillero. El casillero junto al mío. ¿Cómo es que no te había notado antes?

Me acerqué y te saludé. Me analizaste de arriba a abajo. Bufaste y te marchaste. Mi mandíbula volvió a caer.

Corrí detrás de ti y tomé tu brazo. Diste media vuelta, y vi tus ojos llenos de furia. En un movimiento brusco te soltaste de mi agarre. Y te fuiste.

Si entonces hubiese sabido que ese mal humor tenía los días contados, créeme cuando te digo, que te habría seguido.