Lo que debí decirte

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Eran cartas. Me habías escrito cartas. 

Sobre todo lo que me querías decir, pero no lo hiciste.

1º carta.

Estuviste genial en el partido de ayer. Probablemente no lo hayas notado, pero me miraste por una milésima de segundo, y puedo jurar que morí.

2º carta.

Tropezaste conmigo hoy. Y te disculpaste. ¡Sabes que existo!

3º carta.

Qué raro el universo, ¿no? El mismo día que me diagnostican cáncer, tú apareces en mi taller de fotografía, y además ¡me saludas! No sé si alegrarme o entristecer.

4º carta.

Lamento estar de mal humor. Pero es que con cada mala noticia que recibo del doctor, apareces tú en mi día. Es como si fueras mi ángel. Apareces cuando más te necesito.

5º carta.

Casi me da un ataque al corazón cuando te vi en casa. Ahora sabes todo. Y no sé cómo reaccionar ante esto.

6º carta.

Y ahora somos amigos. ¿Qué más puedo pedir? Que seamos novios, pero con la amistad me conformo.

7º carta. 

No quiero que te sientas obligado a acompañarme en esto. Pero cada vez que te lo quiero decir, me dices cuánto te agrada estar conmigo. Y no quiero arruinarlo.

8º carta.

Mañana es el transplante. Sólo en caso de que no salga de esta, quiero que sepas algo.

TE AMO. Y voy a estar siempre a tu lado, sin falta. No lo dudes.

Y junto a estas, decenas de cartas. Todas sobre ti, sobre mí, sobre nosotros.

Son estos detalles, los que te hacían única y especial. Te hacían diferente. Te hacían tú.