En la foto: Franco Pome.
Pánico.
Los recuerdos de mi pasado fueron reemplazados por unos más recientes, de hace un año.Estábamos las tres en la biblioteca buscando información para un trabajo, revisábamos estantes y estantes de libros tratando de localizar el libro perfecto, cuando llegamos a los pasillos menos transitados.
Conversábamos en susurros hasta que estos se disiparon en el aire al ver una figura acurrucada, en una de las esquinas.
Dudamos en acercarnos, podía ser peligroso.
Estuvimos frente a esa persona unos minutos atreviendo a acercarme.
Me senté a su lado carraspeando.
- Hola - saludé nerviosa.
Él levantó la mirada, lágrimas recorrían su pálida piel, al instante me sentí mal por lo que sea que le haya pasado.
Volvió a esconder el rostro, no por mucho.
Lisa se abalanzó sobre él, envolviéndolo con sus brazos.
Amanda no tardó en unirse, yo sólo me mantuve expectante queriendo preguntarle qué lo tenía mal.
El desconcierto paró las lágrimas, su mirada se turnaba entre las tres, decidiendo hablar por fin.
- ¿Por qué hacen esto? No me conocen - no lucía enojado.
- No me gusta ver a la gente triste - se limitó a decir Lisa, encogiéndose de hombros.
- Sé lo que es estar triste- añadió Ada con timidez.
- Conocemos del tema, ¿por qué lloras? - pregunté cruzando los brazos en mi cintura.
No quiso decirnos con exactitud, eso no me importó. Nos contó cosas, donde vivía, lo que le gustaba, cosas positivas que de alguna forma alejaron el dolor momentáneamente, haciéndolo reír en ciertas ocasiones.
Pasaron los meses, no lo volvimos a ver, hasta el día que esperábamos por Lisa en la biblioteca. Lo observamos pasar directo al lugar en el que lo habíamos visto la última vez.
Cuando Lisa se nos unió, nos dirigimos hasta allá.
Esta vez no lloraba podía notarlo desde una distancia prudente, estaba tranquilo, escondido en sus piernas.
- Volvemos a verte, al fin -hablé, llamando su atención.
- Y pareces triste otra vez -insinuó Lisa.
Esta vez quien se acercó primero fue Amanda, sentándose frente a él.
Sonrió inclinando la cara, notamos los cardenales que tenía desde el cuello, por todo su rostro se apreciaban manchas moradas.
- Eso debió doler - la voz de Ada adquirió un tono de preocupación.
- No dolió tanto - aseguró él, tomando entre los dedos las puntas del cabello largo de Ada, que le rozaba las rodillas.
- Enséñame a recibir tantos golpes, quedar así y decir que no duele - ironicé.
- Es mejor no ser golpeado - sonrió él.
- ¿Qué tal si nos cuentas qué pasa?
Lisa no obtuvo respuesta.
- ¿Qué tal si nos cuentas algo en general? Así podemos aconsejarte - volvió a insistir.
Él nos miró detalladamente a cada una, con paciencia esperamos la respuesta.
- Mi familia tiene problemas económicos, mi mamá está muy enferma por eso mi papá no logra cubrir los gastos del hogar ni de los medicamentos - tomó su cabeza entre las manos volviéndose aún más vulnerable - quise ayudar buscando dinero... así terminé.
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Carga liberada ©
General FictionMara se vio forzada a presenciar una serie de sucesos traumáticos durante su infancia que la han marcado de por vida. A raíz de esto, ha decidido llevar las riendas de sus vivencias sin dejar ningún cabo suelto, la costumbre es su estación preferida...