En la foto: Mara Gorán.
Noticias.
Otro día más, común y monótono.
Debería estar familiarizada con esta sensación de costumbre que me invade cada vez que realizo mis actividades del día, estas consisten en: hogar, secundaria, hogar.
No suelo salir a otros lugares a menos que sea netamente necesario.
No es que siempre haya sido así, pero ahora lo es.
Podría cambiar, podría hacerlo, está en mis manos pero no quiero, es más fácil controlar cada situación, de esta manera es muy sencillo, sé lo que me espera y por consiguiente, cómo resolverlo.
Camino lentamente hacia la secundaria, creo que el problema está en mí, hay algo, soy como una marioneta que se deja llevar con hilos manejados por otra persona, desde hace años es así, aunque soy consciente de ello no hago nada al respecto.
Es... tan contradictorio.
Estoy lo bastante cerca como para visualizar el instituto, sus grandes ventanales distribuidos en partes iguales desde la planta baja hasta el segundo piso. Me toma al menos quince minutos llegar caminando, unos cinco en el coche de mi madre. Hoy preferí caminar, desperté demasiado temprano y si volvía a dormir no asistiría a clases.
Y no asistir a clases implicaría un remordimiento que me carcomería por el resto del día, sí, un pensamiento recurrente que me atormentaría. Odio decepcionar a las personas, incluso a mis profesores.
Miro la pantalla de mi celular en decadencia verificando la hora, las seis con cuarenta de la mañana.
Sonrío al ver mi fondo de pantalla, es mi mamá con las puntas de su cabello castaño azules.
No se cómo pudo hacer eso, a veces parece una niña.
De no haber estado de vacaciones de su trabajo se habría ganado una buena amonestación por esa imprudencia.
Atravieso el gran portón del instituto, con un movimiento de cabeza saludo al portero, siempre supervisando que ningún extraño se adentre en los alrededores.
Suspiro mientras camino mirando mi celular, es un Samsung III y debo cambiarlo, últimamente se queda trabado, eso me exaspera, la paciencia no es lo mío.
Mi primera clase es a quince para las ocho, tengo tiempo de tomar mi desayuno.
Me percato de un banco libre en la plaza así que dirijo mis pasos hacia el. Es realmente agradable la tonalidad de los árboles y arbustos a esta hora, hace que cualquier malestar se desvanezca siendo reemplazado por una sensación tranquilidad.
Saco de mi mochila mi precioso desayuno, un sándwich.
Un mordisco...
Dos mordiscos...
Van llegando los demás estudiantes y se ponen cómodos como yo a la espera del timbre para ir a clases.
Tres mordiscos...
Mi sándwich está muy bueno, doble de jamón, como me gusta.
- ¡Mara!
El grito tan peculiar de mi amiga hace que mande a volar mi desayuno, que fue a parar a los pies de un chico que no conozco.
No pude evitar reír, quise no hacerlo pero tuve que carcajearme al ver al desconocido pegar tal brinco que inevitablemente cayó detrás del banquillo en el cual estaba segundos antes, dejando sus piernas al aire y la cabeza entre unos pequeños arbustos.
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Carga liberada ©
Fiksi UmumMara se vio forzada a presenciar una serie de sucesos traumáticos durante su infancia que la han marcado de por vida. A raíz de esto, ha decidido llevar las riendas de sus vivencias sin dejar ningún cabo suelto, la costumbre es su estación preferida...