Capítulo 11

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*

¿Será que si me enamoro del diablo, y ella se enamora de mí, podremos estar juntas?

Tenía mucho miedo de perderla, de que la alejasen de mí. Solo de pensar en no volverla a ver me hacía sentir horrible, mi corazón se apretujaba haciéndome recordar de la presencia de mis fuertes sentimientos hacia la señorita Diablo. Tenía que admitirlo, estoy enamorada del Diablo, pero no puedo hacer nada por eso, porque Dios no nos quiere juntas y... Todo se iría a la mierda si intentábamos lo contrario.

Lauren se había ido a alguna parte del mundo a liberar almas del sufrimiento y me había dejado sola durante la tarde de aquel sábado. Después de haber aseado un poco mi apartamento, me recosté en mi cama para descansar un momento, y me quedé profundamente dormida, o eso creía yo.

Frente a mí, apareció una escalera gigante, de color blanco, muy brillante que me pareció muy extraña.

Iba hacia el cielo, por lo cual subí rápidamente, yo quería enfrentarme al ser que no me permitía estar con el ser que yo amaba.

Al llegar arriba, miré todo el lugar, no era blanco como yo pensaba; en vez de eso, todo era de oro.

El suelo era brillante y reluciente, se veían joyas de todos los tipos, estilos, tamaños y colores posibles, se sentía una calma y una paz agobiante. Se escuchaba una leve canción angelical a lo lejos, y podías ver a las almas felices, danzando y jugando. Los ángeles reían y todo era demasiado perfecto.

Dios apareció frente a mí, una luz segadora no me dejaba ver su rostro, pues al parecer yo aún no era merecedora de mirarle. Tampoco es que me interesaba serlo.

Me habló como si supiese a lo que venía, pues me dijo:

-Te estoy utilizando para que Lauren por fin se entregue al amor.-Su voz sonaba tan llena de amor, que estaba empalagada.

-Quiero saber el por qué usted le dijo que no podíamos estar juntas.-Le dije con firmeza. El rió.

-Querida hija mía, solo lo dije para poder incitarla a romper las reglas, a que sienta realmente la necesidad de estar contigo, ella está enamorada de ti, pero aún tiene miedo de entregarse a un sentimiento tan puro como lo es el amor. Ella sabe que ese sentimiento es muy de Dios; es muy bueno.-Habló con paciencia el Todopoderoso.

-Dígame, ¿Qué puedo hacer para lograr que ella se entregue al amor más rápido? Para que por fin nos deje en paz.-Dije desesperada.

-Sedúcela, logra que ella te haga el amor... Por lo visto, tienes más control sobre ella de lo que nadie nunca tuvo, ni siquiera yo. Así que... Solo tú podrás lograrlo, y solo así podrás vivir toda la eternidad junto a ella.-Dios dijo, y con un resplandor demasiado fuerte desperté de golpe en mi cama. No podía recordar mucho.

Lauren apareció a mi lado, furiosa.

-¡Ese idiota te tuvo allá arriba! ¡Neutralizó tus pensamientos para que yo no pudiese escucharlos! ¡Es un desgraciado! ¿Te tocó? ¿Te hizo algo? ¡Yo lo mato, juro que lo mato!-Gritaba furiosa, la hermosa criatura de quien me había enamorado.

Yo sonreí tontamente, pues su preocupación por mí era muy evidente, y eso me enternecía.

-Tranquila... No me pasó nada, creo... Ya no lo recuerdo.-Dije confundida, porque era verdad, ya no recordaba muy bien lo que había sucedido en el cielo.

Lauren se acercó a mí, y me revisó completa. Me miró a los ojos y soltó un gran suspiro, tranquilizándose... Por fin se relajó.

-Estuve muy preocupada, y además te extrañé, temí que el idiota ese te dejase allá solo para hacerme sufrir...-Bajó la mirada, pero pronto volvió a mirarme, con dulzura.

-Solo bésame, ¿Si?-Dije antes de besarla.

Lo único que recordaba, era que debía lograr que Lauren me hiciese el amor. Y lo iba a lograr, yo quiero pasar toda la eternidad con ella y amarla.

*

Luego de una sesión de besos, fui a ducharme. Volví, sin querer, a tocarme pensando en Lauren y solo pude parar hasta que escuché los gruñidos de Lauren, mostrando el poco autocontrol que le quedaba.

Salí de la ducha solo con mi ropa interior y así me vio Lauren cuando entré a mi habitación.

Creí, por un momento que a Lauren se le iban a salir los ojos de sus órbitas, pues los abrió de tal manera que eso parecía.

Se le dilataron las pupilas y me miraba como un depredador hambriento, pero también podía notar que se estaba conteniendo a sí misma, con una fuerza, obviamente, sobrehumana.

Fingí ignorarla y me acerqué a ella caminando lentamente, moviendo aún más mis caderas de una manera sexy, Lauren me miraba fijamente, como si estuviese a punto de saltarme encima.

Pero yo solo llegué a mi armario, situado justo al lado de Lauren y abrí las puertas para buscar una camiseta sencilla y me agaché, a propósito, a "buscar" un short. Y cuando lo conseguí... y con eso quiero decir que escuché nuevamente los gruñidos de autocontrol de Lauren, me levanté del suelo lentamente, meneando mi trasero sensualmente.

Una vez de pie, sacudí mi cabello de manera que se viera muy sensual. Miré a Lauren y pude notar su esfuerzo para mantenerse tranquila. Se mordía el labio con algo de fuerza, se notaba que tenía la mandíbula tensa, estaba apretándola para contenerse.

Sus puños estaban apretados y todo su cuerpo temblaba. Definitivamente, lo estaba logrando.

Pero decidí que ya era hora de bajar la tortura por ahora, me vestí sin más y con una linda sonrisa inocente le pregunté –¿A dónde vamos? ¿O ya no saldremos hoy?-Con una voz dulce e inocente.

Lauren me miraba con nervios, pero finalmente se acercó a mí y me besó con pasión. Luego de unos minutos nos separamos y por fin Lauren habló.

-Vamos a donde crecí. Así que... Toma mi mano princesa.-Dijo sonriente.

Tomé su mano y al instante estábamos en una calle bastante cercana a South Beach, una hermosa casa de 2 pisos se encontraba frente a nosotras, que aún no nos soltábamos de las manos. Me sentía su novia, y me eso hacía feliz.

*

Entramos a su casa y pasamos cerca de 4 horas allí, viendo fotos de ella y sus hermanos cuando estaban pequeños, de bebes, e incluso ya de adolescentes.

Después volvimos a mi apartamento y charlamos un poco en mi sofá; hablábamos sobre la tarde que habíamos pasado juntas, sobre las risas, lágrimas y recuerdos que le habían sacado su antigua casa y todo lo que había sentido al volver allí conmigo. Pero el timbre de mi apartamento nos interrumpió.

Me levanté extrañada, pues yo no esperaba ninguna visita, y menos en sábado.

Miré a mi gato Banana caminar con elegancia hasta donde Lauren se encontraba y restregarse en ella, provocando que Lauren la acariciase con su mano izquierda con cariño.

El timbre volvió a sonar y vociferé un "Voy" mientras caminaba con más rapidez a la puerta.

No sabía quién podía ser, y la verdad me daba igual.

Llegué a la puerta y abrí lentamente para encontrarme con un ramo de rosas rosadas muy bonitas, tapando el rostro del chico que se escondía detrás de ellas, hasta que mostró su rostro y tuve que contenerme de rodar los ojos frente a él. Este chico siempre fue, es y será un fastidio.

Lauren apareció detrás de mí y por su cara supe que se venía un gran problema... Lo miró de arriba hacia abajo, y le lanzó una mirada fulminante. Austin Mahone, ¡Acabas de cavar tu propia tumba!

*


Los Ojos del Diablo (Camren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora