Capitulo 3

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CAPITULO 3: Teatro




Cuando Lauren regresó a su casa, no pudo evitar recordar la plática que había entablado con Camila... Bufó fuertemente, ¿Por qué se molestaba en pensar en aquella simple muchachita?

Giró sobre su cama y llevó uno de sus brazos sobre su frente y clavó su verde mirada sobre el techo. Camila, apretó los labios fuertemente. ¿Por qué le daba tanta importancia? ¿Acaso se debía a que, realmente, a diferencia de ella, a Camila le importaba tan poco todo lo que la gente le decía y seguía siendo ella misma? ¿Pero era su forma de ser algo a lo que se le podía denominar personalidad?

La idea se le hacía imposible. Hasta donde sabía, Camila no salía a fiestas. Siempre se encontraba en casa, con su padre. O en la escuela, o en actividades que, ni de lejos, se presentaban atrayentes o divertidas para ella...

¿Y a mí que diablos me tiene que importar lo que haga o no?, pensó y se puso de pie y se encaminó hacia la sala. Ahí estaba Clara, viendo un programa de televisión.

"¿Quieres cenar algo?" – preguntó al ver a Lauren entrar

"No, gracias" – en realidad no sabía ni por qué había salido de su habitación. Había sido un movimiento reflejo. Un instinto para ver si encontraba algo con que entretenerse y, así, dejar de pensar en aquella absurda muchachita.

"Pase por la iglesia y el reverendo Alejandro me regaló unas galletas que hizo Camila, su hija" – informó Clara, ignorando que no estaba ayudando en nada con aquel comentario – "Están deliciosas. Toma una para que la pruebes, las dejé en la mesa"

Lauren tensó la mandíbula. ¿Es que ni en su casa le iba a dejar tranquila? Aun así, no pudo evitar echar un vistazo hacia el lugar que su madre había indicado. Volvió su vista hacia el televisor de forma brusca y rápida.

No tenía hambre, ¿Por qué iba entonces a comer?

Sin embargo, movió sus pies y, cuando pudo darse cuenta, ya se encontraba frente a la bolsita de papel, la cual despedía un delicioso aroma. Solo es por simple curiosidad, se justificó mentalmente y tomó una galleta de forma redonda. La miró por unos segundos, con el ceño fruncido y, lentamente, se la llevó a la boca. Respingó al saborear tan exquisita combinación de vainilla con canela. Su madre apareció por detrás

"¿Y bien?" – preguntó – "¿Verdad que están deliciosas?"

Si.

"He probado cosas mucho mejores" – mintió, mientras se encogía de hombros y daba media vuelta para regresar a su recamara.

Encendió el aparato de música y la pequeña estancia se inundó por las estridentes notas que se alzaban por el aire. Se volvió a tirar en la cama e intentó, fervientemente, en pensar en otras cosas que no fuera en ella. ¿Qué tenía Camila Cabello que, desde niña, se había empeñado en entrar constantemente en sus pensamientos?

No es que ella hubiera cambiado mucho desde entonces, no, para nada. Seguía siendo la misma chiquilla de ojos grandes y nobles, de sonrisa tímida y voz baja y precavida, de carácter poco dado a diversiones adolescentes y de figura tan menuda, la cual siempre ocultaba debajo de grandes y deformados vestidos que no le ayudaban en nada a su apariencia... nunca se le había visto en ninguna actividad popular entre adolescentes y ahí es donde se encontraba el problema: ella no parecía una adolescente, pero tampoco parecía una abuelita, o al menos para ella no.

No te enamores de mi (Camren Fic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora