T r e s

495 138 451
                                    

・゚: *・゚:* —3— *:・゚*:・゚

«Tú necesitas mi ayuda, fue lo que dijo el caballero andante»




Septiembre, 2013

—Dame eso, imbécil —dije saltando continuamente para poder llegar a tomarlo.

Si, era algo estúpido dado que Matthew Walker me sacaba aproximadamente unos veinte centímetros, así que por más que saltara lo único que conseguiría era poder caerme y romperme la cabeza, algo que sinceramente deseaba.

—Me gustaría saber que hay aquí y porque lo buscabas. ¿Cuál será el pequeño secreto de Annie? —se preguntó a él mismo.

—No te importa y ahora dámelo.

Él rio y negó con la cabeza.

—Una cosa, tanto que me odias y luego disfrutas de lo que te puedo ofrecer —dijo tomando mi mentón—. Igualmente, yo también lo he disfrutado. No hay mejor manera de desquitarte con tu enemigo —miró su mano—, bueno, aunque ahora tengo esta preciosidad en mi poder.

—Por dios, Matthew, entrégamela —supliqué y dije algo no muy sensato—: Si quieres sexo a cambio de eso, te lo daré.

Una mueca salió de su rostro y me dio un golpe suave en la frente.

—Tú no estás bien mentalmente —respondió y una sonrisa apareció en su rostro—. ¿Vas a venderme tu virginidad? —Pude notar el sarcasmo de su voz.

—Lamentablemente... un hombre ya ha profanado mi cueva, pero sería capaz de reconstruirme el himen si me lo pides.

Verdaderamente creo que en ese momento el alcohol si empezó a hacer efecto en mí ya que solo soltaba cosas sin sentidos. Me sentía la payasa personal de Matthew Walker.

—Solo hará falta un buen motivo para que te dé esto, pequeña.

—Es necesario para la paz mundial.

—Un buen motivo creíble —puntualizó.

—Te lo juro, no miento.

Él chasqueó la lengua y se acomodó el pelo.

—Necesito salir a fumar, ya nos veremos por ahí, Hart,

Abrió la puerta y se marchó dejándome como una estúpida ahí parada, pero eso no se quedaría ahí, así que lo seguí con furia. Pasé la seguridad y llegué al salón donde el brindis ya había concluido. Lo visualicé intercambiando unas palabras con Will, Tris y Mia.

—¿Ya estás mejor? —me preguntó Mia con una sonrisa, aunque en ese momento solo quería asesinarme, cuando llegué a ellos—. ¿Por qué parece que un perro te ha lamido la cara?

—Matt me ha tirado un vaso con agua para despertarme y ha servido muy bien. Ahora me siento muy fresca, literalmente.

—Tú sí que sabes tratar a una dama —dijo Will y colocó un dedo sobre sus labios para no estallar en una carcajada.

—¿Dama? —cuestionó él, haciendo que le pisara.

—Te lo has perdido Ann, pero Tris y yo hemos hecho las paces. Volvemos a ser las de siempre.

—No sabes cuánto me alegro. —Las miré a las dos con una sonrisa y me alegré que por lo menos algo había salido bien—. Si nos disculpáis, Matthew y yo tenemos que aclarar un tema urgentemente.

Sin dejar que el nombrado dijera nada, lo tomé de la mano y lo llevé hasta el patio trasero. Visualicé un banco alejado de la multitud, tras unos arbustos y fui directa hasta ahí.

Never Say Goodbye © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora