S i e t e

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«El inicio de un baile más aterrador que el de Carrie»


Noviembre, 2013.

Noviembre llegó con todo. El grupo se terminó de formar y el baile de presentación en sociedad estaba cada vez más cerca, alterándome por completo.

Los exámenes se iban acercando, el nivel iba subiendo y mi estrés también. Me sentía un spray de limpieza multiusos en esos instantes, ya que mientras estudiaba y daba las pautas para seguir con mi plan, evitaba a toda costa a Elliot. Y, en parte, también a Tris.

Paseaba tranquilamente por los pasillos de Consten cuando los gritos invadieron el recinto.

Bingo.

Mi adorada Jennie Stuart había sido cazada por su móvil antiguo creador de la página web de las noticias del instituto. Y no era mentira que era suya, sólo era mentira que ella hubiera echado el chivatazo de las dos últimas grandes exclusivas.

No había nadie en los pasillos, por lo que me atreví a pegar la oreja a la puerta del despacho de Kruger.

—Sí, yo la creé —escuché a una Jennie desesperada—, pero no he filtrado los últimos mensajes. No sé qué hacía en mi taquilla, me lo habían robado hace un año y más.

No pude escuchar bien lo que decía el director, pero si lo de la asiática debido a sus gritos.

»¡Por favor! ¡No lo entiendes! ¡No me puedes expulsar, no me admitirán en la universidad!

Me sentí mal por ella, pero, ella también contaba cosas de las que se enteraba por ser callada y pasaba desapercibida por eso. Sí, yo le había devuelto de forma sigilosa su aparatejo. Como dice el dicho, las cosas siempre vuelven a sus dueños. En verdad, ese dicho no existe, solo trato de justificar mi maldad.

—¿Qué hacemos? —susurró en mi oído, haciéndome dar un pequeño salto.

—Espiando lo que pasa ahí dentro —murmuré y ambos nos quedamos escuchando durante unos minutos la conversación.

Se posicionó frente a mí y me tomó la mano para despegarme de la puerta.

—Idiota, ¿qué pasa si salen y te encuentran aquí?

Lo miré, procesando sus palabras, y la verdad era que tenía razón, por lo que no me quejé y lo seguí, soltándome de su mano, claramente.

—¿No tienes clase?

—No, el entrenador ha tenido una reunión en el último minuto y ha cancelado el entrenamiento. ¿Tú que haces aquí? —Me observó agarrando mis libros con fuerza.

—La profesora de latín de ha quedado embarazada y mañana vendrá alguien que la sustituya —le expliqué—, que momento más inoportuno para quedarse en cinta.

—Estamos a jueves y no has querido ni hablar conmigo ni con Elliot, parece que te incómoda todo esto.

—No parece, es que me incomoda.

—¿Y eso a que se debe? —Sus palabras hicieron que me parara en seco en el pasillo.

—¿Me acabas de preguntar por qué me incomoda toda la situación?

—Sí, Annie, he hecho exactamente eso. Tampoco quiero discutir contigo, solo es curiosidad.

Negué con la cabeza y quité un mechón de cabello que había caído en mi rostro debido a mi brusco movimiento.

Never Say Goodbye © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora