S e i s

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«Una amistad que Annie no sabía que tenía con el chico más codiciado de Consten»



Octubre, 2013.

Elliot Murphy estaba frente a mi sujetando una peluca rubia, mirándome fijamente con una sonrisa a la vez que esperaba una respuesta por mi parte.

Si tuviera que contarte la historia con Elliot sería digna de una canción de Taylor Swift... por lo trágica que era, claramente.

Espera que te recuerde quien es Elliot, porque se perfectamente que sabes quién es. El hermano pequeño de Andrew Murphy, atractivo y sumamente... hijo de puta. Y no, no era por ofender o insultar a su madre, era porque Elliot Murphy, para muchos era la reencarnación del diablo y yo a su lado sería: la mujer del diablo.

Sucedieron muchas cosas para que Elliot tuviera que partir a Toronto, una de ellas fue por mi culpa. Bueno, era culpa de ambos, pero me tomo la osadía a decir que fue mi culpa ya que se sacrificó por mí... a la espera de que yo lo hiciera por él. Y eso que él esperaba de mí, nunca ocurrió.

—¿Qué diablos haces aquí? —susurré pasando una mano por mi cabello.

Cerré los ojos y di pequeñas vueltas por la diminuta sala, apretando mi puente nasal y escuchando la tranquila música de fondo, murmullos y mi propia respiración agitada.

—Pensaba que sabías que venía, el viejo Kruger se lo contó a nuestra adorada Mia. —Sonrió y se colocó la peluca—. ¿No me veo tan divina? ¿No desearías que fuese el dedo pequeño de tu pie para darme con cualquier rincón de mi casa?

—Esta mierda es ridícula —dije acercándome rápidamente a él y tirando con enfado su cabello falso al suelo—. Y sí, sabía que venías, me enteré hace una semana, el problema es que no te esperaba aquí tan pronto, creí que sería más tarde. Podrías haberme escrito un mensaje y decirme: «Oye, maldita basura, voy a regresar. Con amor, Lot».

—¿No te gusta la idea de que vuelva? Seamos sinceros, soy indispensable en tu vida, sin mí es aburrida, solo admítelo. Y no, no te habría avisado porque realmente me habría dado migraña hablar contigo, sí que eres una maldita basura, ¿sabes? —Se agachó y tomó lo que había tirado al suelo—. Me parece un acto de mala educación que intentes sabotear mi disfraz.

—¡Por dios santo, Elliot! ¡Solo eres un hombre con traje que viene disfrazado de actitud de víbora y con peluca!

—¿No estás satisfecha con mi actuación como Annie Hart? Me dijeron que debía venir de una mujer admirable y tú lo eres, ¿o estoy equivocado, mi saltamontes?

—Eres un estúpido inepto que lo único que haces con tu vida es sonreír y decir cosas que tan solo son mierda en tu boca y las vomitas a los demás pensando que en algún momento podrás llegar a algo, pero te digo algo, eres patético. —Me fui acercando a él y elevé su mano, cogiendo con mis dedos aquel cabello falso—. ¿Y esto? Tan sola es una burda tontería que me da la razón, además de patético eres imbécil.

—Auch, me dolería si no te conociera. Hablas tanto, pero te quedas solo en palabras, porque a la hora de actuar, solo lo haces si ves tú mundo de fantasía en peligro. —Un gran ruido hizo que los dos miráramos las grandes cortinas cuando la música empezaba a cesar y todos se fueron callando poco a poco, confirmando que Mia estaba en la otra sala—. Mi espectáculo empieza, ¿te unes a desparasitar al parasitó de Baker conmigo? —Extendió su mano ofreciéndomela y escuché como el discurso presidencial de Mia empezaba.

Never Say Goodbye © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora