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Desperté por el molesto sonido de la alarma de mi celular, si suele ser un sonido molesto, ahora que estoy con resaca es mucho peor. Tomé mi celular, apague la alarma y lo avente a algún lugar de la cama; realmente quien dice que ir a una fiesta entre semana, esta totalmente equivocado, siento que la cabeza me va a explotar.

—¡Buenos días, hija!—entró mi mamá a mi habitación y estoy segura que estaba gritando, o tal vez era mi horrible dolor de cabeza que hacía insoportable cualquier sonido— Es hora de levantarse, vas a llegar tarde a la escuela.

Vi a mi mamá caminando por mi habitación y dirigiéndose a un punto en específico, la ventana. En cuanto llegó, tomo las cortinas y las abrió, de tal manera que la luz entró en mi habitación dándome de lleno en la cara.

—Mamá— me quejé— Juró que me levanto ya pero cierra las cortinas.

—Ay no, Lily. Le hace falta iluminación a tu cuarto.

—Está bastante iluminado, gracias. ¿Puedes cerrar las cortinas?

—Párate tú a cerrarlas, te espero abajo. No tardes.

Salió de mi cuarto y enseguida entró alguien más, mi hermano.

—Buenos días, hermanita. No te preguntaré como estas porque se nota que te encuentras muy mal. Ten, tómate esto para que te sientas mejor.—Me dio una pastilla y un vaso de agua. Me senté en mi cama e hice lo que me dijo.— ¿Por qué tienes las cortinas abiertas? Creo que elegiste un mal momento para querer despertar con los rayos de sol como en las películas.

—Fue mamá, vino y las abrió y la muy desconsiderada no quiso cerrarlas.—Joel fue hacia la ventana y cerro las cortinas.—Gracias Joel, eres el mejor de todo el mundo.

—Lo sé, ahora parate, báñate y arréglate. Iré a hacer lo mismo. Y juro que si no te levantas iré por unas cazuelas y entrare haciendo el mayor ruido posible.

Mi hermano salió del cuarto y me con mucho pesar me levanté. Fui al baño e hice mi rutina de todos los días, al estar lista, tome mi bolsa que ocupaba de mochila, guarde mi celular y las llaves de mi auto y baje. Cuando entré al comedor, ya estaban ahí mis padres y mi hermano, este último ya comiendo.

—Buenos días, hija—saludó mi papá en cuanto nos sentamos— ¿Cómo dormiste? ¿Estas mejor de tu labio?

—La ventaja aquí es que ya dejo de sangrar.

Desayunamos y en cuento terminamos, después de que Joel y yo nos fuéramos a lavar los dientes, nos llevaron a la escuela. Al llegar a la escuela mi papá, que venia manejando, estaciono el carro. Nos bajamos de el y estábamos a punto de irnos cuando mi mamá gritó.

—¡Johann, querido!

—Ay no.—Susurre y solo mi hermano que estaba a mi lado fue capaz de escucharme. Johann estaba a unos metros de nosotros con sus amigos y en cuanto mi mamá le gritó, se despidió de ellos y camino hacia nosotros con una sonrisa en su cara.

—Señora y señor Pimentel—saludó.—Que sorpresa verlos por aquí.

—Mírate nada mas, Joli. Qué guapo y alto estás, creciste desde la ultima vez que nos vimos, ¿no?

Joel y yo nos empezamos a reír y mi madre nos miro con una ceja alzada y nos tranquilizamos. Un segundo después su mirada se dirigía de Johann a mi, tal vez esperando que haya alguna interacción entre nosotros.

Good Girl (Christopher Velez) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora