1. La Heredera del Demonio

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Estaba harta de los sollozos de la mujer.

"Debería ponerle una maldita bala en la cabeza" pensé, mientras apretaba mis labios.

Pero no lo hice, porque aquello Sophie no me lo había pedido. Y tan solo hacia caso a sus ordenes.

-¿Donde está Diego?- volví a preguntar, mientras que la señora sollozaba.

-No lo sé, ¡no lo sé! El solo se fue y nos dejó a nosotras.-contestó con voz temblorosa.


Nosotras se refería a ella misma; la mujer gorda y con el acento cubano más marcado que nada, a pesar de vivir en México. Y por supuesto, a la pequeña niña de ojos café, quien tenía el filo de mi katana en su garganta.


-Tú sabes dónde está- presione con voz suave, causando que ella gritara.

-¡No lo sé!, ¡por favor!- volvió a lloriquear, pero pronto sus ojos ardieron en furia. Una furia que bien haría que tuviera que asesinarla.



-¡No te atreverías a tocar a mi hija, te irías al infierno!-grito, desesperada mientras veía a una mercenaria con un arma letal en el cuello de su hija. Y ella tan solo podía admirar todo desde el suelo, donde la había derribado.

Me reí sin gracia para mis adentros, sintiendo un dolor recorrerme al notar toda la ironía de sus palabras.

Apreté la katana en contra de la garganta de la pequeña niña, causando lágrimas en ella, y un pequeño hilito de sangre. El miedo de la niña era gigantesco, y solo repetía una oración una y otra vez en su mente.


-Daniela.-le llame, mientras me agachaba para respirar en su oído.-cuando haga una enorme y hermosa línea en tu garganta, tú mami será la culpable de todo- susurré a la pequeña.-Vamos, señora. He matado niños antes y su advertencia del infierno no me asusta.


"No cuando vivo en uno"

-¡Está bien!- grito, desesperada al ver que estaba dispuesta a cortar la garganta de la niña. -Diego salió del país, se ha ido a Europa. Eso es todo lo que se, por favor, mi hija.

Solté a la niña mientras que la empujaba de regreso con su madre, quitando la sangre que había dejado en mi katana con el guante que poseía.

-Diego es un tonto-me burle.-No hay donde esconderse de La Grande, y el lo sabe.-resople, maniobrando con rapidez para guardar mi katana.


Voltee una vez más hacia la niña y mujer sollozantes en el suelo, abrazándose a si mismas mientras que la madre le decía que todo estaría bien.


Aparte la mirada con fuerza, mientras que mi mirada se dirigía hasta el espejo que poseían a un lado. Por unos segundos no hubo nada más que mis ojos azules, los ojos azules de Amara gritando con fuerza para que la liberará, sollozando y odiándome por lo que estaba haciendo.


"Hago lo que debe hacerse." Me insistí a mi misma, mientras salía hacia la calle atestada de gente.










Tenía un ataque de pánico, eso era lo mejor para describir lo que sentía justo ahora.


[4] Wants To Rule The World |Teen WolfDonde viven las historias. Descúbrelo ahora