Nuevos caminos

747 86 13
                                    



Cuando Ritsu se despertó lo primero que vio a escasos centímetros de su cara, fue el rostro de Takano; acto seguido dio un chillido asustado, acababa de soñar con lo que él le había hecho unas noches atrás.

Masamune inmediatamente se despertó y miró preocupado al castaño, quien le dedicó una gélida mirada, mientras un par de lágrimas se le escapaban.

— Quiero dejar tu casa ahora —  Fue todo lo que dijo el menor, para girarse hacia la ventana, no le apetecía estar ni un segundo más al lado de la persona que actualmente le había hecho daño, pues anda superaría lo que su novio le había hecho.

— Dame unos minutos y te acompaño —  sólo eso pronunció Takano, para levantarse mientras tosía, era un mal día no se sentía para nada bien, sin embargo, no se quejaba, luego de días de dormir en una silla, una cama había hecho la diferencia.

Juntos se fueron sin conversación alguna y a algunos centímetros de distancia, uno estaba triste y dolido, y él otro tenía tanto asco de sí mismo que no se soportaba, buscaría la forma de que Ritsu lo perdonara, se sentía como la basura más grande del mundo.

En otro lado de la ciudad, Hiroki se encontraba afuera de la casa de su amigo, el cual no se dignaba en abrir, estaba por echar la puerta abajo cuando sintió una mano en su hombro, al girarse se encontró con la cálida mirada de Nowaki, ambos insistieron unos minutos más, pero al no haber respuesta, se dieron cuenta que lo más probable es que Onodera hubiera vuelto al burdel.

Pese a aún no estar del todo satisfecho, Hiroki aprovechó la oportunidad de invitar un té al menor, y dado que su casa quedaba cerca, lo invito a este lugar, aunque en un comienzo con ninguna intención por detrás.

— Nowaki ¿qué..qué ha..haces? —  dijo entrecortadamente Hiroki, pues el joven de ojos somnolientos, se encontraba recorriendo su cuello con suaves mordidas.

— Dándome un placer, yo necesitas pagar — Dijo Nowaki despreocupado, pero la reacción del castaño no fue la esperada, qué diablos se creía Kusama, el no lo estaba viendo como objeto ni nada por el estilo y no permitiría que el peliazul se conceptualice de esa forma.

—Yo no te veo como un simple prostituto, si estuviera en mis manos no pagaría por estar contigo nunca más. Te quiero ver como mi compañero, me gustas Kusama — Dijo el castaño mientras tomaba el rostro del menor, para luego darle un casto beso. Era una idea que le rondaba hace unos días, darse la oportunidad de ser feliz, de tener un compañero y de sacar a aquel joven del trabajo que estaba realizando.

—Tú también me gustas  Dijo Nowaki, para devolverle el beso con más pasión.

— Deja el burdel, vente a vivir conmigo —   Kamijō nunca pensó en decir algo tan serio, los años le estaban pasando la cuenta.

— No puedo amor, perdóname — Fue todo lo que dijo Nowaki para salir del lugar, antes que las lágrimas se aproximaron por salir. El burdel era la única forma que tenía para ayudar en el orfanato, si se cambiara de trabajo no tendría dinero con que ayudar a los pequeños y no quería que ellos tuvieran una infancia como la de él.

Pero Kusama no termino de salir de la casa, en medio del patio delantero, Hiroki lo alcanzó y le cortó la marcha, para abrazarlo como nunca antes lo había hecho, lo acuno en sus brazos y tranquilamente le pidió una explicación. El menor procedió a contarle con detalles porque no podía dejar el trabajo y nombró a cada niño que estaba a su cargo.

Pero Kamijō se dio cuenta que había una solución y sin pensarlo, le ofreció un trabajo, si bien le explico que al principio sería difícil, juntos podrían abarcar más en el emprendimiento literario para así lograr mayores ingresos. La propuesta fue recibida con una sonrisa y lágrimas, Nowaki jamás pensó que alguien lo quisiera en su vida y lo fuera a ayudar de esa forma, siempre pensó que estaría sólo, pues quien iba a querer a un prostituto como pareja.

Pero se había equivocado, alguien lo quería y aceptaba su pasado, es más estaba dispuesto a darle una mano y apoyarlo, le agradeció a los dioses antes de arrojarse nuevamente a los brazos del castaño, no esperaría más esa misma tarde, irían a explicar todo a Isaka y más tarde al orfanato.

Por otro lado, Takano dejó a Ritsu en el burdel, pero antes de irse le ofreció un poco de dinero a Isaka para que no hiciera trabajar a Ritsu, ante lo cual sólo recibió insultos del dueño del burdel, pues obviamente no haría trabajar a alguien en esas condiciones, Takano se fue frustrado y más triste. Aunque prometió una visita esa noche, para asegurarse que el menor se encontraba en óptimas condiciones.

Esa noche en el burdel se estrenó la nueva joya de Marukawa, un tipo ya mayor pero que demostraba muchos años menos, siendo apetecido tanto por jóvenes como algunos viejos clientes, pues era de lo más desinhibido que había llegado al lugar, desde el primer momento demostró que se manejaba en el arte de los burdeles, es más traía excelentes recomendaciones de pequeños pueblos, sólo que ahora se había decidido por probar suerte en la gran ciudad.

Yukina esa noche no dejo de ver la nueva adquisición, era realmente bella, sus manos picaban por dibujar a ese nuevo "juguete" como decidió llamarlo.

Esa noche no pasó mucho, excepto que todos en el burdel brindaron por la nueva pareja, Nowaki y Hiroki, los cuales se veían muy felices y ansiosos por comenzar una nueva vida juntos.

Aunque Isaka no dejó ir a Hiroki con unas de sus joyas tan rápidamente, le hizo las mismas preguntas que a Akihiko, pues se tenía que asegurar que el muchacho dejara de sufrir, ya lo había hecho bastante.

Nowaki dio un suspiro, antes de mirar por última vez lo que había sido su hogar estos últimos años, más que mal, ahí había gente que consideraba como a una familia de verdad.

Takano intentó salir de su casa rumbo al burdel, pero terminó colapsando en el suelo, esa noche la durmió consumido por la fiebre y la culpa . . . 

Casa MarukawaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora