Dolor y arrepentimiento

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Cuando Kirishima despertó, como no lo hacía hace muchos años, es decir, realmente libre, por fin alguien lo había escuchado; sintió un sollozo y se levantó de golpe viendo a un Yokozawa insertos en sus pensamientos mientras unas lágrimas rebeldes no querían dejar de salir.

— Perdón, sé que me veo ridículo, perdón, por el deplorable servicio brindado — Dijo un Yokozawa apenado, intentando cambiar rápidamente su semblante por uno tan compuesto como siempre demostraba. Pero algo cambio en la forma del sentir del mayor al ver al gran hombre que tenía al frente totalmente derrumbado, triste y desolado. Se acercó sigiloso y tomo su mano, el menor reaccionó mirándolo fijamente, ante lo cual Kirishima respondió sosteniendole la mirada y acercando lentamente sus labios, al ver que no habría resistencia por parte del otro hombre, finalmente se fundieron en un beso, aunque lleno de sentimientos, totalmente casto.

— Déjame conocerte Yokozawa-san — Inquirió un animado Kirishima. Acto seguido se pusieron a conversar animadamente, con la promesa de intentarlo, de conocerse y ver cómo se daban las cosas. Algo se movió dentro de Takafumi, estaba ansioso, feliz pero a la vez preocupado que todo fuera una mentira o que más temprano que tarde le repercutirá en esta posibilidad su pasado y su presente de prostituto. Pero se prometió a sí mismo dar lo mejor, porque por primera vez se le estaba dando una oportunidad de romance, y al menos había que intentarlo.

En las demás habitaciones, todos los demás hermanos de la casa del placer, flotaba la felicidad o el sueño pues había sido un fin de semana movido, sin embargo había alguien que aún no salía del shock, Ritsu aún estaba hecho un ovillo sobre la cama, le dolía todo, se sentía sucio y el hematoma de su cuello le recordaba segundo a segundo que lo vivido era real, estaba más que asustado y de solo imaginar que noche tras noche seguramente el monstruo de Takano volviera le aterrada, pero aún más la posibilidad que lo delatara y la vergüenza cayera otra vez sobre su familia.

Durante el día Yokozawa estaba más animado, lo que de cierta forma extraño a los hermanos, pero no hicieron comentario alguno pues después de todo el gran oso era bastante reservado. Ritsu estuvo todo el día nervioso, saltando al mínimo ruido y sin apetito, sus nervios se lo estaban comiendo vivo. Misaki estaba radiante cada vez quedaba menos para estar con su hombre de cabellos plata.

El resto de la semana paso tranquilo, con la clientela de siempre. Sin embargo para Ritsu no había descanso, todas las noches estaba expectante de ver quien entraba o salía pues de solo pensar en lo que le había hecho Takano, en como lo había maltratado se le revolvía el estómago y le daban ganas de dejar este trabajo y dejar su sueño de recuperar su posición social, su negocio y su familia.

— Ritsu, ¿estas bien? Estos últimos días has estado pálido, intranquilo y prácticamente no pruebas bocado — Preguntó un Nowaki bastante preocupado por su hermano, pues realmente todos en el lugar se habían dado cuenta del cambio, no era el típico Ritsu apasionado y cooperador que conocían. Ante la pregunta, Onodera solo mostró una falsa sonrisa, una de esas que sabía imitar muy bien, evadiendo toda preocupación en su compañero, excusándose de estar solamente cansado. Aunque de cierta forma lo estaba, estaba cansado de vivir.

Ya para el día sábado y ante la ausencia de Takano, Onodera no aguantaba la incertidumbre, por un lado su cuerpo le agradece que no tuviera que verlo, pues sabía lo que llegaba a hacer, pero por otro lado, quizá se había ausentado en muchos días pues podría haber viajado y no se le ocurría otro destino que su familia, por lo tanto a estas alturas ya sabría toda la verdad y posiblemente lo vendrían a matar por deshonor muy pronto.

Salió solo y se fue al puesto de libros en el que lo había visto la otra vez, y al verlo su cuerpo comenzó a temblar aun en contra de su voluntad, pero necesitaba preguntarle que haría finalmente con la verdad que ahora sabía. Al verlo, Masamune esbozo una sonrisa torcida, llena de lujuria.

Casa MarukawaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora