Final

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Yō por alguna razón no podía dormir, aunque a quien engañaba, sabía que la causa de su insomnio era el imprudente muchacho con el cual había tenido un altercado esa tarde. Le preocupaba seriamente que las marcas de su cuerpo fueran algún tipo de abuso, pero por otro lado el chiquillo realmente lo había convencido de que sólo eran marcas de placer, quizás él era un viejo amargado que nunca había disfrutado el sexo de esa forma, es más, nunca había tenido algún tipo de relación con un hombre, si bien no le molestaba que la gran mayoría de sus amigos tuvieran esa inclinación, para él no había nada como un buen par de tetas. Se intentó dar placer, pero cada vez que dejaba ir la imaginación, sólo recordaba al pequeño Shinobu, necesitaba que acabara cuanto antes la venganza de Ijuuin.

—Zen cariño, me debes algo — Dijo de forma seductora Takafumi mientras dejaba caer su ropa de una forma sumamente sensual.

—Cariño, no puedo entender como no eras el más popular del burdel — le dijo divertido Kirishima, entre ellos no había ningún problema en mencionar la profesión del menor.

—Creo que mi cara los intimidaba un poco y además era mil veces mejor preparando comida y alcohol — le respondió él de forma desinteresada, realmente nunca le importó que la gran mayoría de los hombres prefirieron a otros, a él ya no le interesaba el dinero, técnicamente lo hacía porque no tenía donde vivir o en qué trabajar, pero no tenía metas en la vida, todo se había ido con su madre, sin embargo, se guardó esos tristes pensamientos.

—Claramente amor, los hombres de este pueblo son unos imbéciles porque Dios mírate estás como quieres y se seguro que tu los domaras debe haber sido una experiencia similar al paraíso — al decirlo, el castaño se acercó envolviendo con los brazos, mientras le besaba de forma tierna la mejilla — y por cierto claramente, era porque el destino nos tenía que juntar, por eso ningún viejo pervertido tuvo el placer de prendarse de ti.

Luego de eso no hubo muchas palabras, Zen como había prometido en esa tonta apuesta, pues no necesitaba una para hacerlo, se dedicó a darle mucho placer a su osito, quien temblaba mientras gemía su nombre. Ambos se recostaron mientras calmaba su respiración.

—Zen una pregunta, pero por favor no te sientas presionado o algo así .

—Si amor, dime con total confianza.

—¿Te gustaría que yo te tomara algún día? 

—Dios estamos conectados, estaba pensando lo mismo, me lo ganaste esta vez.

—¿Ah sí?  preguntó Yokozawa aún un poco confundido, ya que como Zen siempre había estado con mujeres, daba por seguro que no se atrevería a ser penetrado, inclusive pensaba que eso le parecería asqueroso.

—Si amor, quiero que ambos vivamos nuestro amor y sexualidad de todas las formas posibles, ambos merecemos disfrutar y ser felices hasta que la muerte nos separé y si sucede, créeme no duraremos mucho uno sin el otro — Takafumi había quedado helado ante esta confesión, estaba tan dichoso que no sabía que hacer, termino llorando y riendo, contagiando las sensaciones en Zen, finalmente ambos se durmieron entre medio de "te amos" y muchos besos.

En la casa Marukawa las cosas estaban calmadas, últimamente ya no recibían muchos clientes, al parecer con la idea de algunos hermanos y las circunstancias propias del pueblo, ya prácticamente nadie asistía, de cierta forma estaban evidenciando el ocaso de la casa Marukawa e Isaka no sabía si realmente quería seguir en el negocio.

—¿Qué piensas? — le dijo Asahina, mientras se le acercaba y le removía los cabellos a su novio.

—Que nos estamos haciendo viejos, que quiero vivir tranquilo y que disfrutemos solos.

Casa MarukawaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora