ALIYAH POV
Dando saltitos llego a la planta baja donde, automáticamente, adquiero ese semblante inocente. Eric no está en el salón, le oigo trastear en la cocina mientras avanzo por el eterno pasillo. Así que en silencio arrastro mis pies hasta allí. En la puerta me detengo, apoyo la cabeza en el marco y le observo preparar en una bandeja el desayuno que me ha prometido. Desde aquí me permito el lujo de estudiar minuciosamente lo alto y musculoso que es; lleva una camisa blanca perfectamente planchada y metida por un pantalón azul marino que le queda demasiado bien. Suspiro.
—¿Quieres arruinar mi figura? —interrumpo lo que está haciendo con la vocecilla de no haber roto un plato en toda mi vida.
Eric se da la vuelta, me mira sonriente y deja el desayuno para encontrarse conmigo.
—A tu figura quiero maltratarla por lo que ha hecho hoy —responde en ese tono autoritario y protector. Sin darme otra opción me besa—. ¿Por qué tientas a la suerte? —me recrimina—, esa gente es peligrosa.
—Yo soy más peligrosa —le digo y arrastro su cuerpo hacia el mío tirando de su camisa hasta quedar frente a frente.
—Te lo digo en serio, Ali, no quiero que te pase nada.
Sus palabras acarician mis oídos y sonrío como una tonta. A diferencia de Nathan, Eric intenta protegerme, se preocupa por mi y no quiere marcarme como un maldito perro. Me pongo de puntillas y con su camisa aun entre mis manos, le beso.
—No va a pasarme nada —me defiendo en tono meloso—, en cuanto termine esta mierda en la que me han metido, no volveré a acercarme a vuestros asuntos.
Me mira poco convencido mientras me acerco a la bandeja que ha preparado con el desayuno. En ella hay cruasanes recién hechos, muffins con pepitas de chocolate y churros, a su lado, dos tazas de chocolate caliente llenas hasta arriba. No puedo contener la tentación de mojar uno de mis dedos en una de ellas y llevármelo a la boca. Con delicadeza, me doy la vuelta, apoyo mi trasero en la encimera y chuperreteo mi dedo bañado en chocolate como si me fuese la vida en ello. Eric sonríe con picardía y vuelve a acercarse a mí.
—¿No quedamos en que desayunaríamos arriba? —pregunta ladeando la cabeza.
Yo asiento. Le miro fijamente a los ojos como si quisiera que me leyese la mente y descubriese mis intenciones. Probablemente se sorprendería al descubrir que el desayuno es lo que menos me importa y que, después de lo que ha pasado arriba con su hermano, lo único que quiero hacer es despejar el mármol que lo contiene y que me lo haga allí mismo. Nathan no tiene vergüenza y no me acostaría con el ni por todo el oro del mundo, sin embargo Eric, Eric es todo lo que un hombre necesita para llamar mi atención. Creo que lo sabe, por eso aprisiona mi cuerpo contra el mobiliario de la cocina y se inclina para hablarme al oído.
—¿Estás juguetona, Aliyah? —susurra y cuando termina, pasa la lengua por el lóbulo de mi oreja. Mi nombre correctamente dicho en su boca es música para mis oídos.
Aspiro todo el aire que puedo y me agarro a su cuello. Su sensualidad me abruma, pero el aroma de su colonia lo hace mucho más, así que intento con todas mis fuerzas controlar el tembleque de mis piernas. Estudiar medicina ha marginado mi vida sexual hasta tal punto, que no tengo ni idea de como comportarme. Además, mi promesa de mantenerme al margen del clan Jackson martillea fuerte en mi cerebro.
—Estoy todo lo juguetona que podría estar —las palabras salen disparadas de mi boca mucho antes de que pueda frenarlas y la mirada de Eric se torna felina. Sus ojos verdes adquieren un tono oscuro, sonríen con deseo y se cierran en un suspiro.
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Quédate o dispara (DISPARA #1)
RomanceTrabajar para Kate por las noches a cambio de una descomunal suma de dinero era más de lo que cualquier chica joven pudiese pedir. Tener que lidiar con los tres hermanos Jackson, no tanto. ¿O quizás sí? Guapos, listos, atrevidos y con una sonrisa qu...