XXVII

198 27 7
                                    

Seattle. Todavía recuerdo aquella maravillosa ciudad a pesar de todos los años que han pasado. Aún recuerdo sus cielos grises y apagados, numerosas veces con una débil llovizna cayendo del cielo.

Era 22 de marzo y notaba que el tiempo se me agotaba. Necesitaba ayudar a Kurt en lo que él me estaba pidiendo que, por cierto, por aquel tiempo seguía sin tenerlo muy claro. 

Lo primero que hice nada más llegar a aquella ciudad fue ir a mi nuevo apartamento en el que al fin viviría sola, siempre fui muy solitaria como ya sabéis, y conseguí el dinero suficiente para mantenerme por mí misma sin la necesidad de compartir piso.

Una vez deshice las maletas decidí salir a dar un paseo, el cual comenzó yendo sin rumbo, pero al final me encaminé directamente hasta el  151 Lake Washington Blvd E, la casa de Cobain. Sabía perfectamente que me iba a doler, pero necesitaba visitar aquel mágico y a la vez trágico lugar.

Una vez llegué allí lo primero que hice fue dirigirme al pequeño banco que estaba repleto de dedicatorias y cartas. Me detuve a mirar algunas de ellas:

"Kurt Donald Cobain 1967-"

" We miss you Kurt"

"From París, we still love and miss you"

Al lado de las mismas había ramos de flores y alguna que otra vela ya apagada por el paso del tiempo. Eran las 10:09 de la mañana, no había nadie por el mal día que hacía, pero yo me sentía obligada a dejar una pequeña dedicatoria al hombre que tanto me inspiró y al que siempre extrañé desde que tengo uso de razón, por lo que saqué un trozo arrugado de papel y un boli, me arrodillé ante el banco poniendo el papel sobre él y comencé a escribir:

22 de marzo de 2012;

Hay tantas cosas que me gustaría decirte... Tantas que soy incapaz de articular palabra cuando te tengo frente a mí. ¿Realmente me hablas? ¿Realmente eres tú?

Verdaderamente no sé por qué estoy escribiendo esto, si en cuanto firme la voy a prender fuego para deshacerme de ella antes de que cualquier otro fanático desquiciado, como tú nos llamas, lo estropee y se deshaga de ella.

Siempre te he echado de menos Kurt. He nacido y crecido en un mundo sin ti y daría todo porque tú siguieras vivo. Todo. Me gustaría poder decirte todo lo que siento, lo identificada que me siento contigo en numerosas ocasiones, lo que he reído gracias a tus contestaciones a ciertas personas, gracias a tus ocurrencias y a tus venadas, y también todo lo que he llorado viendo un vídeo tras otro de Nirvana en Youtube, viendo tardes y noches enteras conciertos en vivo que sabía perfectamente que jamás podría presenciar porque tú ya no estabas en este mundo. También me gustaría darte las gracias por la música y por ser como eras, gracias por ser una de las pocas personas que no hacen oídos sordos y ojos ciegos a todas las injusticias que se están dando actualmente, especialmente el machismo y el sexismo. Gracias por tu manera de pensar, de verdad, gracias por todo.

No sé si verdaderamente eres tú quien aparece frente a mí hablándome, no sé si eres tú quien me canta por las noches hasta que me quedo dormida. No sé si eres un fantasma o eres mi imaginación. No sé si esto es real o si estoy demente. Lo único que sé es que sea cual sea la respuesta a lo anterior, lo que me importa es que no quiero dejar de verte y lo he hecho. No quiero que desaparezcas de mi vida. No me importa que sea mi imaginación, pero hace tiempo que no te veo y eso verdaderamente me está volviendo loca.

Te necesito y quiero que sepas que soy capaz de hacer cualquier cosa por verte de nuevo.

Martina

Una vez terminada me levanté, y fue cuando al coger la carta me di cuenta de que estaba llorando, pues tenía algunas gotas provocadas por mis lágrimas y la tinta se corría lentamente en la última línea.

Saqué el mechero y lo encendí, dispuesta a prenderla fuego.

- Yo también te he echado de menos...


AneurysmDonde viven las historias. Descúbrelo ahora