Epílogo

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Dos meses y pocos días después, el 17 de junio de 1994, el mundo volvió a ver brillar los ojos de Kurt Cobain. Esta vez, llenos de vida.

Me acerqué a él agarrándole de la mano con suavidad y le di un beso en la frente.

- Hola Kurt. ¿Sabes quién soy? -mis ojos se llenaron de lágrimas.

- Sí. La persona que me ha salvado y la chica a la que quiero de verdad. Muchas gracias por todo Martina.

Rompí a llorar de la emoción. Lo había conseguido. Había salvado a Kurt Cobain de la muerte. Sobrevivió a aquel fatídico día de abril y podría seguir viviendo su vida como le diese la gana.

Había conseguido ahorrar lágrimas y suicidios a muchos jóvenes que quisieron seguir sus pasos.

Había conseguido conocer la verdad sobre qué pasó realmente aquel día.

Pero lo único que me importaba es que iba a comenzar una vida junto a él, junto a mi amor platónico que, a partir de aquel momento, se convirtió en el amor de mi vida, junto a la persona que era capaz de crearte un aneurisma con una simple mirada.

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