CAPÍTULO I - EL INICIO DEL ÚLTIMO AÑO ESCOLAR

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Una adolescente hiperactiva, estudiosa, audaz, perseverante; pero también impuntual, impaciente, y de alguna manera poco tolerante. Esa soy yo, Arianne, hija de un flamante médico y de una ingeniosa y trascendental abogada.

Fue que, por exceso trabajo y rutinas agotadoras, tomaron la decisión de divorciarse y seguir cada quien con su vida y sus sueños. Me hubiera gustado que ellos nunca optaran por la separación, pero si todo era por su propio bienestar, ¡A buena hora que lo hicieron!

Mi madre se llama Patricia, se mudó a Estados Unidos, meses después de divorciarse de papá; desde ese entonces no la he vuelto a ver; sin embargo, el distanciamiento no ha sido excusa para alejarnos, ya que a través de llamadas telefónicas o videollamadas hemos mantenido comunicación. Siempre ha sido una mujer bella, poseedora de una larga cabellera y una inteligencia inigualable; tuvo muchas oportunidades, y una de esas se le había presentado en el país norteamericano.

Orlando es el nombre de mi padre, fue quien asumió mi tenencia desde que tenía 5 años. Él es un hombre vivaz, cariñoso y optimista...mejor dicho "EL MEJOR PADRE DEL MUNDO" . Desde pequeña, nunca me agradó verlo junto a otras mujeres que no fuese mi madre porque me sentía celosa. Ahora, que pienso con mayor claridad, hacía todo eso para que no se me sea arrebatado su cariño y siempre sea yo su centro de atención. Años despues, entendí que él era el protagonista de su vida; si él decidía rehacer su vida con cualquier otra mujer, respetaría completamente su decisión, aunque no me simpatizara.

Los años han pasado, y en casa sólo vivíamos mi padre y yo... ¡Ah! y como olvidar a mi perro Pulgoso, nombre poco usual para mi fiel compañero de 7 años de edad.

El verano estaba a punto de culminar, y el inicio de clases se acercó sin poder ser percatado. Cuadernos, lápices, mochila y uniforme, ¡sí!, todo se encontraba listo para emprender una nueva aventura en mi último año escolar. Sin duda alguna, este sería el mejor año; grandes sorpresas se aproximaban. Con el paso del tiempo, poco a poco las iría descubriendo.

¡Ahora sí! Las clases habían comenzado. Aquella mañana me levanté más temprano de lo acostumbrado. Mi padre sirvió el desayuno minutos antes de irse al trabajo. Y como todos los años, dejó sobre la mesa una tarjeta de felicitación por iniciar un nuevo año en la escuela. Al finalizar el desayuno, me despedí de Pulgoso y fui al colegio, por lo que opté caminar.

Era una hermosa mañana soleada: el cielo se apreciaba despejado, las hojas de los árboles brillaban como destellos de luz, y los pájaros alborotaban los alrededores con hermosos cantos matutinos. Pero no todos parecían emocionados ante tal eventualidad; gran número de compañeros se encontraban somnolientos y unos cuantos con cara de "No quiero ir ahí". Al menos yo siempré consideré la escuela como un lugar divertido donde aprendería, haría amistades y lo pasaría genial; lo sé, muchos pensarían que es una afirmación poco normal.

Las puertas del colegio se encontraban abiertas, y ahí se encontraba Don Panchito, el portero, quien recibía a todos los niños y adolescentes esbozando una reluciente sonrisa. Aquellos niños traían a mi memoria esos días en los que mi padre me dejaba frente a la puerta de la escuela; y cada tarde al recogerme, tomaba mi mano y me compraba un delicioso helado de fresa... ¡Tiempos aquellos!

Usualmente, en la escuela se solía intercambiar de secciones a todos los estudiantes sin excepción. Ciertas ocasiones era de la sección A, otras del B, y también del C. Así que era un hecho que habría nuevos compañeros a quienes tendría que tratar.

Empecé a deambular en medio de la muchedumbre de alumnos tratando de ubicar mi nueva aula de clases, donde empezaría a impregnar nuevos conocimientos. Hasta el momento, no había hallado a nadie de mis compañeros con los que estudié en años anteriores. Supuse que era el momento de ir de prisa, antes que mi tutor llegara y me restringiera la entrada, pues el profesor que tenía a mi clase bajo su cuidado, no tenía piedad de los alumnos, aunque se tratase del primer y último día de clases, "Este año tiene que ser diferente ", pensé.

PROMESAS DEL CORAZÓN: ¿Nos volveremos a encontrar?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora