La tarde del día lunes fue tan corta, que sin percatarme del transcurso del tiempo, ya había anochecido. No tenía deberes para el día siguiente; sin duda alguna, era una noche serena y sin ajetreos; fue entonces que me dispuse a descansar.
Echada en mi cama, mis pensamientos eran nulos, hasta que recordé un asunto pendiente que aún no había resuelto ¿Cómo podría persuadir a Ignacio para que regrese a jugar fútbol nuevamente? ¿Cuáles fueron sus motivos para dejarlo?. Estaba convencida que él anhelaba volver a formar parte de algún equipo; su mirada lo reflejó cuando pateó el balón que le fue arrojado; yo misma lo había presenciado. En ese instante recordé sucesos de nuestra niñez, todo había empezado hace 10 años.
Ambos cursábamos el primer grado de primaria en una escuela privada. Yo era una niña callada de contextura gruesa, que estaba superando poco a poco el reciente divorcio de mis padres; en cambio Ignacio era un niño escuálido, alto, poseedor de una piel pálida, amigable y muy estudioso ¡Qué tiempos! Ya no éramos esos niños; el tiempo había sido testigo de nuestros cambios que ni nosotros mismos nos percatamos de ello.
¿Quién no ha temido su primer día de clases alguna vez? Yo sí. Ese día llegué sosteniendo una mochila de ruedas color rosada; el aula estaba repleto y todos los niños de mi clase se encontraban en absoluto silencio. Temerosa de lo que observaba, tomé un asiento al azar; permanecí estática sin realizar movimiento alguno; y en ese instante un niño me habló.
— Hola ¿Sabes quién es nuestra profesora?
— No la conozco — respondí
Aquel niño había destruido la barrera que obstaculizaba nuestra comunicación con un simple "hola".
— ¿Cuál es tu nombre?
— Arianne, ¿Y el tuyo?
— Ignacio. Seamos amigos, Arianne — directo en su petición me lo pidió.
Acepté ser su amiga mostrando felicidad plena, pues esa simple pregunta alegró totalmente el inicio de mi nueva etapa escolar. A partir de ahí, salimos juntos a los break de la escuela, compartimos nuestras loncheras e hicimos los deberes que nos dejaban en clase.
Recuerdo haber conocido a su mamá, era una señora encantadora y amorosa. En una ocasión, su madre se dirigió hacia mí, tocó mi cabello, fijó su mirada en la mía y dijo "Eres una niña muy tierna, Arianne". Solo atiné a responder a su elogio con un gracias. No tomé más importancia a ello y fui en busca de papá, que era el padre más guapo entre todos. A esa edad me había trazado como meta cuidarlo de cualquier otra mujer que quisiera mantener alguna relación con él. Era su espía las veinticuatro horas del día.
Los meses pasaron, y sin sentir el distancianciamiento entre nosotros, Ignacio y yo dejamos de disfrutar juntos los minutos de descanso. Hice nuevas amistades al igual que él; aunque las suyas eran más. ¡En fin! Cada uno tomó rumbos diferentes, hasta que un día uno de sus amigos se acercó hacía mí para insultarme. Las palabras que usó fueron " Niña gorda, estás a punto de explotar", a lo que no respondí y solo callé; no sabía como defenderme. Era consciente que no era la niña más bonita, no tenía a los niños a mi favor como lo tenían otras compañeras; pero solo sentí ganas de llorar.La primera lágrima se deslizaba en mi mejilla frente al niño que me había herido; y fue cuando Ignacio, mi primer amigo del primer grado, apareció.
— ¿Qué te ha pasado, Arianne? — aprecié la preocupación en su rostro.
— Ese niño me ha insultado — entre lágrimas le comentaba.
Ignacio levantó la voz y a toda potencia "Pídele disculpas si no quieres que llame a la maestra" le dijo. En la actualidad, eso sería escuchado sin temor alguno y tomado como burla, pero para ese entonces, ser acusados ante la profesora era nuestra peor pesadilla. Así que, asustado, me pidió disculpas poco sinceras y huyó
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PROMESAS DEL CORAZÓN: ¿Nos volveremos a encontrar?
Teen FictionArianne no es la típica adolescente depresiva que quiere suicidarse; ella ha crecido como una estudiante audaz, entusiasta, amigable e inteligente, quien cursa su último año en la escuela y no ha decidido qué carrera deberá estudiar. En su último añ...