3- No me ladres

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Hibari debía controlarse para no sacarla de la habitación. Era la esposa del omnívoro y una amiga cercana a Haru y.... ¿no que la hermana o algo así de otro de los guardianes? Oh, si, del capitán Sasagawa.

La miró.
—¿De qué querías hablar, entonces?
La chica se sacó el pequeño abrigo que llevaba con ella, revelando un vestido sin mangas muy una ropa interior que, Hibari estaba seguro, no venía en ese color para uso diario.

Su pequeño vestido apenas podía ocultar sus bien formadas piernas y ella lo sabía: se sentaba en una pose que lo hacía muy evidente, cruzando y descruzando con cuidado las piernas frente a él, con cuidado de que el borde de su pequeña prenda no mostrase nada.

Hibari veía todo eso y sencillamente se volvía loco. Ya se había olvidado de echarla de su habitación.... ¡Ahora quería tirarla por la ventana!

—¿Estás seguro.... De.... Esto?
—Habla claro.
—De.... Haru y Tsuna.... ¿Estás seguro de dejarlos ir en una cena elegante, solos, fingiendo ser esposos? Sabes que....
—Lo que le pase al hervíboro no me afecta. Se podría decir.... Que.... —suspiró antes de "confesar" aquello— que confío en él.  Si eso es todo lo que vienes a decirme, puedes irte.

Dijo la último abriendo la puerta.
—¡Pero...! ¡Ellos...!

—No me levantes la voz.

Lo siguiente era una orden sin palabras, mediante inclinó su cabeza en dirección a la puerta. Kyoko se fue, enojada de aquél lugar.

Hibari suspiró. Se iba a tirar en la cama, pero recordaba que Kyoko e había sentado ahí y el sillón le parecía cómodo de repente. 

Tomó las sabanas y con un firme gesto las arrancó, y se tiró sobre el colchón sin más, mientras se aflojaba la corbata y comenzaba a desatar la camisa para dormir. Aunque no sabía ni por qué lo pretendía. 

¿Era seguro, realmente? 

Era cierto que él había estado seguro de la decisión de Tsuna, pero eso era hasta que se había enterado que nunca había notado los continuos sacrificios que Haru hacía por él. Ahora.... ¿Ahora las cosas podrían llegar a ser diferentes?

¿Tsuna se arrepentiría o se mantendría firme en su elección, al ver a Haru como una mujer?Haru le había parecido firme, pero... ¿realmente dejaría ir diez años de esfuerzo y amor por el herbívoro?

Y finalmente... ¿no era lo mejor para él si ambos se iban juntos? Así todo el problema de sus preocupaciones por Haru finalmente terminarían. Con el hervíboro, él estaba..... Un momento... ¿Qué era eso? ¿Qué era eso? ¿Por qué sentía que romper algo de sólo pensar en Tsuna seduciendo a Haru nuevamente? ¿Qué era esa capacidad se crear más llamas que contra Dino? ¿Que contra nadie? ¿¡Qué le estaba pasando?! 




Unos cuanto metros por debajo de él, Kyoko entraba a entregarse de lleno en dos brazos adultos que la acunaron sin dudarlo. 

-¡Me rechazó~~!

Lagrimeaba. Eso hizo que su interlocutora le acariciara los cabellos. Estaba impresionada, debía admitirlo. La entró, cerrando la puerta tras ellas, y la sentó en la cama, ayudándola a cambiarse, pidiéndole detalles. 

Kyoko repitió la misma escena bajo el ojo observador de Bianchi. La pelirrosa asintió. La técnica estaba bien ejecutada. Era la técnica de seducción más simple que conocía, así que era la primera que había enseñado. 

-Bien... ¡Bien! -Murmuraba para sí, mientras pensaba. ¿En qué había fallado Kyoko? Tenía dos teorías. Una, era que era demasiado débil para el gusto de Hibari. La otra, que estuviese realmente enamorado en serio de Haru y eso lo impidiese mirar a cualquier otra chica. Y las dos le alegraban. Miró a Kyoko cambiarse y ponerse ropa cómoda justo antes de hacerse bolita entre las muchas almohadas de la cama.  Se rió por lo bajo.

-¿Ahora lo entiendes, Kyoko?

La castaña claro asintió. 

-Pero, yo... quiero ayudar a Tsu-kun. Quiero ser como Haru-chan. ¡Quiero poder ser mejor esposa para él! ¿Cómo voy a poder defenderlo?

La asesina ni sabía cómo defenderse de esas preguntas y la abrazó. Eran los mismos motivos por los que Kyoko había pedido que le enseñase a ser una seductora profesional. Porque las dos sabían que Kyoko no era lo suficientemente fuerte como para defenderse en una pelea real. Así que Kyoko había pedido aprender a seducir, aprovechando su clásica belleza de muñeca con la que había sido regalada desde siempre. 

Bianchi sabía que no era suficiente. Que Kyoko carecía de la desvergüenza suficiente como para convencer a los hombres de que quería meterse en su cama. Le había enseñado esa técnica por respeto a sus deseos. Pero....

-Kyoko.... no creo que...

-¡NO! ¡BINCHI-SAN NI LO DIGAS!- Ella se levantó violentamente de su posición fetal y la miró con ojos enardecidos- ¡DEBO APRENDERLO! ¡DEBO HACERLO! ¡A pesar de que pienso que Tsu-kun me volverá a elegir a mi tras lo de Haru....! ¡Incluso yo pienso que no es justo! ¡Así que por favor! ¡Enséñame a ser más merecedora de mi esposo! ¡No puedo contar con nadie más!

Bianchi no sabía qué hacer. El maestro era Reborn. Ella había aprendido a la mala. ¿Así que qué debía enseñar...?



En el sótano, Haru terminaba su resumen de la reunión a sus compañeros, que compartieron una sonrisa. 

Haru no le había dicho a nadie que no amaba más a Tsuna, por lo que los dos compañeros de trabajo salieron corriendo del lugar, encargándole un montón de cosas, y fueron rápidos como el rayo a la ciudad. Estuvieron ahí por algunas horas, llamaron a Shoichi y  tuvieron que esperar otras horas, hasta que finalmente Uni y Bluebell llegaron y los encontraron en un centro comercial. Uni estaba emocionadísima. Bluebell quería volverse, pero había sido seleccionada guardaespaldas, en reemplazo de Gamma. 

Y así, Giannini, Spanner, Uni y Bluebell comenzaron una verdadera lucha en contra del reloj. 



Por último, Tsuna miraba el techo. Una idea le quitaba el sueño. Eso... y el que Kyoko tardase tanto en volver del baño. 

¿Realmente se habría puesto celosa? 


¿Qué podía hacer él para mejorarlo? El día de su boda, le había prometido que nunca la lastimaría. ¿Podía ser que acababa de romper esa promesa?....


¿Cómo podía hacer para repararlo?

Hervíbora..... kamikorosuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora