7-Mía (final )

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Tsuna no sabía cómo salir de esa.De repente, a su lado, Haru con una sonrisa amable, aclaró.

-Lo siento. Yo no soy la esposa de Tsu.... Décimo-san. Sólo dije serlo para poder engañar a Olivia-san. ¡Lamento haberlos engañado-desu!


Las miradas pasron automáticamente a Tsuna, que asintió. Tomó a Kyoko, suavemente de la mano y sonrió complacido. 

-Lamento haber recurrido a esto. Ella, es mi verdadera esposa. Kyoko de Sawada. 

Hubo un silencio, tras el cual, los invitados se acercaron a saludar y felicitar a Kyoko. Por su rol como esposa del décimo. 

Haru logró entonces escabullirse de las presiones sociales, disparando al baño, a cambiarse con uniforme de guardaespaldas, y a calibrar los resultados de la pelea, antes que se hiciese tarde. 

Sonrió al ver la gente saludando a Kyoko, que apenas podía moverse. Hacía más de diez años atrás, cuando no sabía lo que le  gustaba la robótica, habría matado por estar en su lugar. Pero ahora estaba agradecida. Prefería zafarse y ajustar los comandos de voz de las armas a distancia. Eran, de hecho, para su mejor amiga. Para que Tsuna y ella pudieran estar tranquilos, aunque separados. 

Se sobresaltó terminando los cálculos porque los compases del vals nupcial sonaban. 


Terminó lo suyo, guardó los aparatos y fue a observarlos. 


A Tsuna se lo veía algo nervioso, pero radiante

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A Tsuna se lo veía algo nervioso, pero radiante. Y lo mismo podía decirse de Kyoo. Haru pudo ver, más allá, a Ryohei y Iemitsu llorar emocionados. Dino Caballone, más allá también, sonreía enternecido. I-pin sostenía a Lambo, que quería ir al centro del círculo formado para la pareja. Gokudera aún seguía retando a los guardias por haber dejado entrar a Olivia. Yamamoto sencillamente estaba apoyado en una columna, sonriendo enternecido. Ni rastros de Reborn y Bianchi. 


Haru respiró profundamente, mientras se alejaba de la pareja e iba a ver el cielo en uno de los ventanales del salón, que habían quedado intactos. Al fin había terminado. 

Olivia había entendido. Y ella también. Sonreía. 

Ese Tsuna del que se había enamorado había resultado ser todo un rompecorazones. Menos mal que ya no era él por quién su corazón latía. 

De repente sintió a alguien carraspear detrás suyo, y se giró, viendo a un joven ligeramente más grande que ella, algo rojo. Le tendía la flor que segundo antes, había adornado su saco. 

Ella lo miró sin entender. 

-Errr.... esto.... ¿Signorina Haru?

Ella sonrió y asintió. Amablemente en italiano le preguntó por lo que necesitaba. Él, nervioso al límite, le confesó que era un representante de una familia italiana. Que necesitaba una esposa y que se había impresionado con su valor y su discurso contra la asesina....

No llegó a redondear la oferta, por demás de obvia. Un aura asesina y una tonfa lo interrumpieron, haciéndolo palidecer. 

-Mía. 

-Es muy amable... desu. Pero aunque Haru no sea la esposa de Décimo-sama. Haru no está libre....

Terminó su frase con una reverencia de disculpa. Él asintió y salió corriendo. Haru le sonrió, roja a Hibari. Parecía ligeramente molesta, aunque enternecida.

-Jum....

Él no le dijo nada, sólo hizo ese sonido como de queja y le señaló con un gesto uno de los balcones. En silencio, salieron ambos, creyendo n ser vistos.

Creyendo. Pero ya vamos a cómo se apostaron Dino  y Reborn a los lados de la puerta-ventana.


Caminaron unos cuantos pasos en silencio. Hasta que él le preguntó por la sonrisa que adornada sus labios. 

Ella se rió por lo bajo antes de ruborizada, preguntarle.

-¿Haru, tuya?

-.... Si...- se giró, la enfrentó y la miró a los ojos- quiero que seas mía. Que defiendas nuestra familia como defendiste la del herbívoro o más. 

Haru tuvo que parpadear varias veces. Y tras eso, apretar los labios. Se quiso convencer de no llorar, pero en seguida notó la primer lágrima que le anunciaba que no era posible. 

Fue la primera vez que Hibari la vio llorar. Quebrado el gesto, tratando de secarse los ojos con los bordes de las manos.  No se esperaba eso. Pero la abrazó. Supuso que era eso lo que se hacía. 

Haru había soñado con una familia miles de veces. Con pocos o con muchos hijos. Con buenas y malas relaciones. Con cientos y cientos de historias en medio. 

Pero la mayoría habían sido con el hombre que estaba a menos de cien metros de ella, que bailaba con otra. Con la mujer a quien había elegido para hacer realidad los sueños de Haru. Escuchar que alguien quería formar una familia con ella....


Correspondió el abrazo, y se refugió en su pecho. 

-Sólo..... si estás a mi lado....

Él suspiró.

La sujetó con fuerza entre sus brazos. Había llegado el momento. ¿Era la herbívora que él conoció hacía diez años, ahora válida para quebrar su firme regla de no anda en grupo?

....

-Está bien, estaré a tu lado. 





Hervíbora..... kamikorosuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora