2- La misión

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Cuando Haru salió de la sala, salió herida. Hibari la siguió. No sabía qué decirle, pero quería decirle algo, así que a los pocos minutos la paró, sosteniéndola del hombro. El problema era que, incluso aunque ella giró sus ojos llorosos a él, él seguía sin saber qué decirle.

Gokudera, que había dejado a  Kyoko y también había seguido a Haru, se quedó un poco aparte, lejos de su vista, donde los pudiese escuchar.

—Hibari-san..... ¿P....puedo....?—ella jugueteaba con sus manos, y tomó con fuerza el borde de su saco— P....perdón si parezco débil, pero.... ¿Puedo.... Pedirle un abrazo?

Él suspiró. Realmente le quería dar ese abrazo. La fría reacción del hervíboro le había molestado incluso a él. Se había aparecido porque podría verla, y no esperaba el pedido, pero al final.... ¡Maldición! Al final, él estaba feliz que Haru le pidiese eso.

¿Realmente estaba bien para él? ¿Estaba bien para ELLA?

Ella dudaba. Temía haberse pasado en el pedido. Ella sabía (y respetaba) que él era solitario, así que sabía que él necesitaba otros tiempos. ¿No se estaba extra-limitando...?

Antes que pudiesen responder sus dudas, ambos se empujaron lejos, y se giraron al final del pasillo, donde dos intrusos llegaban. Ambos hicieron un sonido de desagrado con la boca, y en aquél momento, Tsuna llegaba, aún dudando lo que acababa de discutir con Reborn. Pensaba en Haru. En si podía confiarle esa misión.

Hibari sacó las tonfas e iba  a ir al frente, pero ella al verlo le mostró su mano extendida, e  señal de que parase.

—No es necesario que un guardián muestre sus habilidades aquí y ahora, yo alcanzo, Hibari-san. Aunque.... Pensé que la seguridad en este hotel era mejor....

Dijo ella, parándose de frente a los mencionados, con un suspiro. Hibari guardó las tonfas, aunque algo sorprendido, definitivamente complacido.

Gokudera quiso correr e impedir que Haru entrase en batalla, pero Hibari lo detuvo. Ella tenía ganas de golpearlos a todos. ¿Por qué no la entendían?

Ambos infiltrados comenzaron a descargar tiros y tiros frente a la chica. Ambos tenían pistolas a repetición automática, y fácilmente dispararon cien veces cada uno antes de tirarlas al piso, con gritos de furia. Haru se llevaba un auricular a sus oídos. Y estaba rodeada por una burbuja invisible de llamas de lluvia. Eso también era parte del entrenamiento. Aunque no pudiese controlar sus llamas lo suficiente para usar los auriculares como lo hacía Tsuna, podía usar la burbuja aislante con llamas de lluvia, de manera netamente inconsciente.

Era el resultado de una vieja técnica de concentración que su padre le había enseñado, llevada al máximo gracias a Giannini, Spanner y sus interminables simulaciones.

Las balas se detenían frente a ella, completamente frenadas por las propiedades de la llama tranquilizante, mientras ella tranquilamente extraía un micrófono de los auriculares a su boca, y extendía los brazos, para que ninguna bala traspasase la barrera de su concentración.
—Código: activación. Operación: detección y captura.

—¡Maldita perra....!
Ambos hombres, que habían tirado sus armas, activaron sendos prototipos de cajas armas, de las que salieron dos zorros, bañados en llamas de tormenta.
Haru chasqueó los dedos mientras los dos animales arma la atacaban, y dos robots del tamaño de su antebrazo, similares a un mini-mosca, aparecieron volando, y atacaron a los dos atacantes, tirándoles redes y redes embebidas de llamas del rayo, inmovilizando a los atacantes completamente, que al ver que sus zorros se disolvían en el aire al entrar a la barrera de Haru, supieron que habían sido derrotados.

Haru suspiró y los robots se colocaron a los lados del pasillo y cerraron las redes que sostenían a los intrusos.

Hibari sonreía de una forma que Gokudera no había visto nunca.

—Lo que hacer con ellos.... Hay que dejar que Tsuna-san decida, ¿no?  Hibari-san.... Oh, Gokudera.... ¿Podrían....?

Ella desvió la vista. Ellos, que la veían de frente, pudieron ver el dolor y su expresión de "no quiero verlo". Tsuna, que estaba a su espalda, no. Pero no lo necesitó.
La venda de sus ojos había sido quitada violentamente. Por fin, la ilusión de aquella incompetente, impulsiva, desconocida, que lo había retado a un duelo para salvar a Reborn se disolvió, como humo, en el aire. Aquella primera imagen que nunca había podido superar, por fin había dejado de cegarlo.
Se sentía avergonzado, notaba su cara roja, en lo que le tocaba el hombro a Haru y doblaba una rodilla y su brazo. ¿Por qué había requerido ayuda? ¿Y él se llamaba a sí mismo heredero de la hyper intuición de Primo y alumno de Reborn? Le daba vergüenza en ese momento ver a Haru a los ojos.

—Haru.... Primero que nada quiero pedirte perdón por todo lo que dije hoy. Y por el excesivo tiempo que tardé en darme cuenta de este tipo de cosas tan básicas. Haru.... Te pido por favor.     Entenderé si quieres negarte, pero..... Por favor, lucha a mi lado otra vez para salvar a nuestra familia. Deja que te presente como mi esposa en la reunión. Haremos lo que quieras, si nos dejas seguir tu plan.

Cuando Haru se giró, lo que menos esperaba era ver a Tsuna-san en pose de caballero, de rodillas y pidiéndole eso. Casi le da algo. Era el ideal de sus sueños, después de todo. Comenzó a tartamudear, roja, cosas que no se entendían en lo más mínimo.

Pero respiró hondo, y lo miró firme.

-Lo haré, Tsuna-san. Pero por mi familia. Por aquellos a quienes quiero.

Acto seguido, se giró, buscando a Hibari, pero no lo encontró. Gokudera lo había visto irse en silencio, segundos después de las palabras de Tsuna, pero no supo si decirle dónde encontrarlo, por lo que la vio irse a oficina donde sus colegas la esperaban.

¿A qué venían las aclaraciones? ¿No estaba Haru actuando....extraña? ¿Tenía algo que ver con el por qué Hibari se había ido, molesto, segundos antes?




A la medianoche, molestos golpes hicieron que se girase a la puerta. Había estado leyendo, o entreteniendo sus ojos con un libro, en lo que su cabeza pensaba. Por eso, los golpes le sonaban violentos, sin sentido, invasores de privacidad. 

Ya estaba lo suficientemente molesto como para que del otro lado de la puerta, estuviese quien estaba. 

Mirándolo con miedo, esa chica a la que le costaba reconocer parecía querer hablarle, recurriendo a todo y cada milímetro de su valor

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Mirándolo con miedo, esa chica a la que le costaba reconocer parecía querer hablarle, recurriendo a todo y cada milímetro de su valor. 

¿Quién era...?

Oh, si.... la esposa del hervíboro. 

-¿Puedo pasar...?

La voz tímida le dieron ganas de negarse. Era una hervíbora hasta la médula, y se le notaba. Estaba a punto de encontrar una buena excusa para cerrarle la puerta en la cara, hasta que escuchó.

-Es sobre Haru....

Segundos después, Sasagawa Kyoko estaba sentándose en la habitación de Hibari Kyoya, a solas con él. 

Hervíbora..... kamikorosuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora